Miércoles 28 de abril de 2021 – La Luz pascual
H. Jesús Rojas, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, me pongo en tus manos en este día. Te entrego este momento para estar contigo, y dejar que Tú me guíes.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 12, 44-50
En aquel tiempo, exclamó Jesús con fuerte voz: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquél que me ha enviado; el que me ve a mí, ve aquél que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en mí no siga en tinieblas.
Si alguno oye mis palabras y no las pone en práctica, yo no lo voy a condenar; porque no he venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que me rechaza y no acepta mis palabras, tiene ya quien lo condene: las palabras que yo he hablado lo condenarán en el último día. Porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que mi Padre, que me envió, me ha mandado lo que tengo que decir y hablar. Y yo sé que su mandamiento es vida eterna. Así, pues, lo que hablo, lo digo como el Padre me lo ha dicho”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Señor Jesús, ayúdame a creer en tu amor; ayúdame a escucharte y verte en mis hermanos. Tú dijiste que eres luz, ven a iluminar las tinieblas que muchas veces me rodean. Que tu luz brille en mi corazón, en mi alma y mi vida. Tú nos has traído la luz con tu resurrección, has traído tu amor, y misericordia. Tú lo has dicho tantas veces, la luz siempre es más fuerte que la oscuridad. Ayúdame a no caminar en tinieblas sino bajo tu luz y tu guía. Tú has venido a salvar el mundo del pecado y del mal.
Muchas veces es fácil seguirte cuando todo es fácil y cómodo, pero cuando hay cruz, dificultad, es difícil. Lo importante es seguir amando incluso cuando no queramos. Cuando todo sea cuesta arriba y nuestras fuerzas pareciera que no pudieran seguir más. Algunas veces es muy fácil rechazarte y cambiarte, incluso ofenderte, pero yo quiero mantenerme contigo, quiero estar a tu lado, pero te pido que Tú me des las fuerzas para seguir, para amarte, y para dejarte entrar en mí. Señor Jesús, aumenta mi fe para creer en Ti, para creer en tu nombre, y para creer que Tú lo puedes todo.
«Jesús se presenta como la luz, la luz que ha venido al mundo y no ha venido a condenar, sino a salvarlo. De aquí deriva la misión de Jesús que es iluminar: Él es la luz del mundo. La misión de los apóstoles también es llevar esta luz, la luz de Jesús, porque el mundo está en la oscuridad. El drama de la luz de Jesús, señaló el Papa, es que fue rechazado: su pueblo no lo acogió, amaron más las tinieblas que la luz, son esclavos de las tinieblas. Y este también es nuestro drama, porque el pecado nos hace vivir en la oscuridad y no nos gusta ver la luz porque nos hace ver las cosas como son, nos hace ver la verdad. Precisamente la luz de Jesús nos hace ver la libertad, y la verdad.»
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de mayo de 2020).
«Hermana, hermano si en esta noche tu corazón atraviesa una hora oscura, un día que aún no ha amanecido, una luz sepultada, un sueño destrozado, ve, abre tu corazón con asombro al anuncio de la Pascua: “¡No tengas miedo, resucitó!» (Homilía de S.S. Francisco, 3 de abril 2021).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
«Hermana, hermano si en esta noche tu corazón atraviesa una hora oscura, un día que aún no ha amanecido, una luz sepultada, un sueño destrozado, ve, abre tu corazón con asombro al anuncio de la Pascua: “¡No tengas miedo, resucitó!» (Homilía de S.S. Francisco, 3 de abril 2021).
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Haré un acto de caridad oculta a algún familiar, amigo o alguna persona.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.