Miércoles 3 de marzo de 2021 – Determinación.
H. Luis Felipe Copete Quintero, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Ven, Espíritu Santificador, y lléname con tu gracia. Dame la gracia de encontrarme con tu amor y con tu paz. Derrama sobre mí tus siete dones y aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad. Mi fe, para poder creer más en Ti y en tu amor. Mi esperanza, para confiar en Ti, sabiendo que después de la cruz viene la resurrección. Mi caridad, para amarte con pasión y amar a los demás tal y como Tú me lo pides. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 20, 17-28
En aquel tiempo, mientras iba de camino subiendo a Jerusalén, Jesús llamó aparte a los Doce y les dijo: “Ya vamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; pero al tercer día, resucitará”.
Entonces se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo, junto con ellos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: “¿Qué deseas?”. Ella respondió: “Concédeme que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino”. Pero Jesús replicó: “No saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz que Yo he de beber?”. Ellos contestaron: “Sí podemos”. Y él les dijo: “Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado”.
Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. Que no sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El día de hoy vemos cómo Jesús va subiendo a Jerusalén. No lo hace de cualquier manera, lo hace con determinación; sabe muy bien a dónde va, sabe cuál es su meta y no se va a cansar hasta llegar a ella. Él sabe muy bien lo que le va a suceder y se lo cuenta a sus discípulos, va a morir. Jesús, el Rey de reyes y el Señor de señores va a morir por sus discípulos, va a morir por cada uno de nosotros. ¿Qué significa esto?, ¿qué es eso de que Él va a morir por nosotros?, ¿por qué lo va a hacer? Puede que la respuesta suene muy cliché, pero lo va a hacer por amor, para redimirnos, para limpiarnos de nuestro pecado y llevarnos junto con Él, a los brazos del Padre.
Esta cuaresma, ha servido para ver hacia dónde estaban dirigidos nuestros corazones. Sabemos que el de Jesús va dirigido hacia Jerusalén para morir por nosotros. ¿Dónde está tu corazón?, ¿hacia dónde se está dirigiendo? Como seres humanos que somos, con nuestra naturaleza caída, nuestros corazones se desvían y nos van alejando poco a poco de nuestra meta. No dejemos que esto suceda. Dirijamos nuestra mirada a Jesucristo, al Padre y al Espíritu que nos aman con inmenso amor. Si estos momentos son difíciles, debemos preguntarnos: ¿no fue difícil para Cristo dirigirse hacia Jerusalén? ¡Claro que fue difícil! Sin embargo, Jesús tenía su esperanza encendida, una esperanza que ardía y que lo movió hacia la cruz, sabiendo que después, estaría a la derecha del Padre, el lugar que a Él le corresponde, el lugar desde donde nos sirve con amor para que nosotros, tú y yo, vayamos y estemos con Él, gozando eternamente de su gloria.
«Jesús, después de haber escuchado a Santiago y Juan, no se alteró, no se enojó. Su paciencia fue verdaderamente infinita. También con nosotros tuvo, tiene y tendrá paciencia. Y les respondió: «No sabéis lo que pedís» (v. 38). Los disculpó, en cierto sentido, pero al mismo tiempo también los acusó: “Ustedes no se dan cuenta de que se salieron del camino”. En efecto, inmediatamente después fueron los otros diez apóstoles los que demostraron, con su actitud de indignación hacia los hijos de Zebedeo, que todos estaban tentados de salirse del camino. Queridos hermanos: Todos nosotros queremos a Jesús, todos deseamos seguirlo, pero tenemos que estar siempre vigilantes para permanecer en su camino. Porque con los pies, con el cuerpo podemos estar con Él, pero nuestro corazón puede estar lejos y llevarnos fuera del camino.»
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de noviembre de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Los invito a que, en primera persona, le digan a Jesús: Señor, aquí estoy. Quizá aun no tengo muy presente hacia dónde me estás dirigiendo;, quizá mi corazón anda un poco perdido, con un pie en el mundo y con otro en tu presencia, pero aquí estoy hoy y te pido que me permitas permanecer en tu amor y dirigir mi mirada sólo a Ti. Dame la gracia de ponerme al servicio de los demás; que cuando me encuentre con alguien pueda hacerle sentir tu amor, hacerle sentir amado tal y como Tú me haces sentir amado. Y por favor, enciende, renueva mi esperanza para seguirte sin mirar atrás, con determinación y con la mirada en la meta. Amén.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy me pondré al servicio de los demás, quizá con un acto de caridad o con una obra de misericordia. Llevaré el amor que Dios me ha dado a otras personas.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.