tesoro más grande del mundo

Miércoles 30 de agosto – ¿Quién puede ser el tesoro más grande?

H. Adrián Olvera, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, dame la gracia de reconocerte como el tesoro más grande que haya encontrado.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.

El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La experiencia de haber encontrado algo grande, único, algo valioso, hace que aquél que lo encuentra se sienta especial. Hace que la vida ordinaria se vuelva extraordinaria; que el trabajo, los quehaceres, los problemas, y también lo hermoso de la vida, tomen un sentido muy particular, un sentido de esperanza, un sentido que indica que hay un por qué hay un camino que recorrer.
El encuentro con Dios es una experiencia que me hace sentir único, valioso y especial. Es una experiencia que me hace ver lo extraordinaria que es la vida, aun con sus partes obscuras y tenebrosas; que me hace encontrar el sentido desde lo más sencillo hasta lo más importante de mi vida… Es un encuentro personal.
Es un encuentro con aquello que siempre he buscado. Un encuentro que me lleva a ver lo esencial de la vida. Que me lleva a ver lo pasajero de los minutos pero lo valioso del tiempo. Es un tesoro que me llena de alegría… que no tiene comparación.
Definitivamente es un encuentro que me hace sentir miedo al tan sólo pensar en perderlo, pues si no es Dios lo más grande que tengo… ¿Quién o qué puede ser?

«Hacerse humildes es descentrarse, salir del centro, reconocerse misericordiosos en Dios, mendicantes de misericordia: es el punto de salida para que sea Dios quien obre. Un presidente del Consejo Ecuménico de las Iglesias describió la evangelización cristiana como “un mendicante que dice a otro mendicante donde encontrar el pan”. Creo que san Pablo habría aprobado. Él se sentía “Llenado por la misericordia” y su prioridad era compartir con los demás su pan: la alegría de ser amados por el Señor y de amarlo. Este es nuestro bien más precioso, nuestro tesoro, y en este contexto Pablo presenta una de sus imágenes más conocidas, que podemos aplicar en todos nosotros: “llevamos este tesoro en recipientes de barro”. Somos sólo recipientes de barro, pero custodiamos dentro de nosotros el tesoro más grande del mundo.»
(Homilía de S.S. Francisco, 26 de febrero de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Vivir este día en actitud de agradecimiento por el don de la fe, de la esperanza y del amor.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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