Miércoles 9 de enero de 2019. Ánimo, no tengan miedo.
H. Jose Torres, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, concede la gracia de serte fiel en las dificultades, que sepa ver siempre tu camino y, a pesar de los vientos en contra, pueda remar a buen puerto.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 45-52
En aquel tiempo, después de la multiplicación de los panes, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se dirigieran a Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirlos, se retiró al monte a orar.
Entrada la noche, la barca estaba en medio del lago y Jesús, solo, en tierra. Viendo los trabajos con que avanzaban, pues el viento les era contrario, se dirigió a ellos caminando sobre el agua, poco antes del amanecer, y parecía que iba a pasar de largo.
Al verlo andar sobre el agua, ellos creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban espantados. Pero él les habló enseguida y les dijo: «¡Ánimo! Soy yo; no teman». Subió a la barca con ellos y se calmó el viento. Todos estaban llenos de espanto y es que no habían entendido el episodio de los panes, pues tenían la mente embotada.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el Evangelio, Jesús nos da una clase práctica de confianza, esa confianza que debemos tener en la Divina Providencia, la cual debería regir nuestras vidas; eso no quiere decir que actuemos pasivamente, sino todo lo contrario, lo que nos pide es que, desde lo más profundo de nuestro ser y haciendo uso de nuestras facultades de inteligencia y voluntad, sepamos discernir con un corazón entregado y lleno de confianza a esa Divina Providencia que lo único que quiere es nuestro bien.
Miremos lo más importantes de este Evangelio: Cristo ora, «se retira al monte a orar», a dialogar con su Padre; ese mismo diálogo que buscamos tener nosotros con Él, en el silencio de nuestros corazones; esa intimidad que buscamos tener con el Padre de la Misericordia.
Hoy, en especial, pidamos al Señor que aprendamos a ver y escuchar como Él lo hace, que podamos ver a nuestros hermanos que más necesiten de su presencia como lo eran los discípulos en la barca que remaban a contracorriente porque las fuerzas del viento les era contrarias. Pidamos que nosotros podamos ser ese alter Christus, otro Cristo, que lleve paz y amor a los demás; que seamos sembradores de fraternidad, de misericordia, y que podamos decir como san Francisco:
«Oh, Señor, hazme un instrumento de tu Paz.
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.»
Amén.
«Jesús, en otras palabras, va hacia los suyos pisoteando a los malignos enemigos del hombre. Aquí está el significado de este signo: no es una manifestación en la que se celebra el poder, sino la revelación para nosotros de la certeza tranquilizadora de que Jesús, solo él, derrota a nuestros grandes enemigos: el diablo, el pecado, la muerte, el miedo, la mundanidad. También hoy nos dice a nosotros: “Ánimo, soy yo, no tengáis miedo”. La barca de nuestra vida a menudo se ve zarandeada por las olas y sacudida por el viento, y cuando las aguas están en calma, pronto vuelven a agitarse. Entonces la emprendemos con las tormentas del momento, que parecen ser nuestros únicos problemas. Pero el problema no es la tormenta del momento, sino cómo navegar en la vida. El secreto de navegar bien está en invitar a Jesús a bordo. Hay que darle a él el timón de la vida para que sea él quien lleve la ruta.»
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de noviembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pedir por los cristianos que hoy se encuentran en medio de tribulaciones a causa de su fe.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.