Sábado 1 de septiembre 2018 – Un talento menos.
H. Alexis Montiel, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, sé que esperas mucho de mí, que esperas una respuesta, que esperas que te siga, que aproveche al máximo todos los dones que Tú me has dado, pero soy muy débil y no me siento capaz, ayúdame Señor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco millones; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.
El que recibió cinco millones fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un millón hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.
Se acercó el que había recibido cinco millones y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco millones me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.
Se acercó luego el que había recibido dos millones y le dijo: ‘Señor, dos millones me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.
Finalmente, se acercó el que había recibido un millón y le dijo: ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu millón bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo’.
El señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle el millón y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene. Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’ ”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Muchísimas veces hemos escuchado este Evangelio y pudiese sonarnos hoy también como cliché, pero el Evangelio siempre es nuevo, siempre es más grande de aquello a lo que me siento llamado, y este Evangelio es la prueba.
Recuerdo a un niño que estaba tembloroso pues le habían dejado un huevo de gallina crudo como proyecto escolar, para saber cuidarlo; él se sentía todo un padre, un súper héroe para su «hijo» prototipo. Pasó la jornada de escuela, la comida y la tarde de tareas; pero cuando comenzó a jugar futbol lo dejó sólo. Por desgracia su hermano no conocía el proyecto y convirtió a su «sobrino prototipo» en una rica cena. Triste, el niño llega a su escuela con el huevo quebrado, peor que volver sólo con el talento, este niño regresó sin talento…
Continúen la historia como quieran, pero al final Jesús no nos exige tener de vuelta el talento, Jesús nos pide invertirlo, manejarlo, buscar realmente dar más; convertir el talento en una nota mucho más alta de la que nos podemos imaginar, que por más que nos desgastemos con ese talento, el más mínimo don que podamos retribuir al Señor, se convertirá en un tesoro mucho más grande de lo que el talento solo pudo haber hecho. Ese talento necesita de ti.
«Gastar los talentos propios, las energías y el propio tiempo solo para cuidarse, custodiarse y realizarse a sí mismos conduce en realidad a perderse, o sea, a una experiencia triste y estéril. En cambio, vivamos para el Señor y asentemos nuestra vida sobre su amor, como hizo Jesús: podremos saborear la alegría auténtica y nuestra vida no será estéril, será fecunda.»
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Aprovechar del mejor modo posible el don que el Señor me quiere dar y saberlo entregar a los demás.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.