somos parte de un tejido

Sábado 10 de abril de 2021 – Magdalena ejemplo de testigo del amor.

H. Santiago García, L.C.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Señor, por este día. Gracias por permitirme conocer un poco más de tu amor a través del Evangelio y de tus santos. Así como a santa María Magdalena, expulsa de mí aquello que pueda estorbar mi unión contigo. Y dame la valentía para morir anunciando a todos que Tú vives. Amén

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 16, 9-15

Habiendo resucitado al amanecer del primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había arrojado siete demonios. Ella fue a llevar la noticia a los discípulos, los cuales estaban llorando, agobiados por la tristeza; pero cuando la oyeron decir que estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron.

Después de esto, se apareció en otra forma a dos discípulos, que iban de camino hacia una aldea. También ellos fueron a anunciarlo a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron.

Por último se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no les habían creído a los que lo habían visto resucitado. Jesús les dijo entonces: «Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura».

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy recordamos a María Magdalena y por lo menos yo, encuentro en su conversión y en algunos pasajes sobre ella, un personaje de lo más interesante. Se dice fácil, pero sacaron de ella siete demonios. Y la época en que le tocó vivir no es que favoreciera mucho a la mujer. Por ello, medito en la valentía y fortaleza que tuvo. Una valentía que no es sinónimo de enfrentamientos, sino de sobreponerse con su fe a varios problemas y de resistir a la contaminación de la incredulidad de otros.

Nosotros, como católicos, muchas veces podemos experimentar eso. Vamos y anunciamos que Cristo resucitó y que Cristo ama a cada una de las personas con las que hablamos y muchas veces nuestras palabras no encuentran resonancia. ¡Qué frustrante puede ser a veces! Intentar compartir una gran noticia sin que la crean o sin que interesen.

Pues bien, cuánta esperanza me da el ejemplo de esta mujer que se mantuvo firme en su convicción del resucitado, que todavía hoy nos sigue dando la lección de cómo hay que recibir la encomienda más grande que le deja Jesús a sus discípulos «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.» Así pues, encomendémonos a esta gran santa para que igual que ella, quien estuvo muy cerquita de la Virgen Santísima al pie de la cruz, podamos ser testigos de lo que significa el amor.

«La comunicación es una misión importante para la Iglesia. Los cristianos comprometidos en este campo están llamados a poner en práctica de manera muy concreta la invitación del Señor a ir por el mundo y proclamar el Evangelio. Por motivo de su alta conciencia profesional, el periodista cristiano debe ofrecer un testimonio nuevo en el mundo de la comunicación sin ocultar la verdad o manipular la información. Efectivamente, “en medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros”»

(Discurso de S.S. Francisco, 18 de septiembre de 2020).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Pedir ayuda a Jesús de tener valor de predicarlo sin miedo, aunque no me crean o no me entiendan.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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