Sábado 10 de diciembre de 2022 – «Un profeta que existió»

Iván Yoed González, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, la perfección consiste en ser aquello que Tú quieres que yo sea. Enséñame a andar este camino de sencillez. Así sea.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 17, 10-13

En aquel tiempo, los discípulos le preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?».
Él les respondió: “Ciertamente Elías ha de venir y lo pondrá todo en orden. Es más, yo les aseguro a ustedes que Elías ha venido ya, pero no lo reconocieron e hicieron con él cuanto les vino en gana. Del mismo modo, el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos». Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cuando leo el Evangelio, cuando lo escucho en la misa, por ejemplo, ¿me dejo interpelar por él? Tantas veces ni siquiera me pasa por la cabeza que lo que escucho es tu palabra, y si ni siquiera lo recibo en mi «cabeza», mucho menos entrará en mi corazón.

Ojalá comprendiera la profundidad de cada frase pronunciada por ti. Vivo en un cristianismo de demasiada tradición (tan lleno de rutina). Tanto así, que tus palabras suelen causar más impacto en los no-cristianos que en quienes profesamos ser tus discípulos. Muchos de ellos reconocen una luz nueva de verdad; nosotros estamos demasiado acostumbrados a vivir «dentro» de ella, pero a veces tan afuera en realidad…

Debería detenerme con seriedad en Juan Bautista. ¿Quién era ese hombre en realidad? Porque fue un hombre, existió y de hecho murió decapitado. A tal punto llegó su convicción por ti. ¿Y yo? Me pregunto por qué no me interpela su testimonio. Morir por la verdad… ¿Hay testimonio más grande? Entonces toman sentido los gritos del último profeta, sus gritos en el desierto, su vida sobria y llena de sacrificio, de penitencia, su apelación a la conversión, su «preparen los caminos del Señor».

Creía de verdad en ti. Preparó su corazón en cada instante de su vida. Creyó en ti en el primer instante en que te vio. Y supo recibirte en su corazón, en el que nació un amor que le llevó a aceptar la cárcel, la privación de todo bien y dignidad, de la misma vida, por tu amor.

«El Señor le tiene alergia a las rigideces. Cultivemos esta experiencia de misericordia, de paz y de esperanza, durante el camino de adviento que estamos recorriendo. Anunciar la Buena noticia a los pobres, como Juan Bautista, realizando obras de misericordia, es una buena manera de esperar la venida de Jesús en la Navidad. Es imitarlo a Él que dio todo, se dio todo. Esa es su misericordia sin esperar nada en cambio».
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 12 de diciembre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Me propondré escuchar el Evangelio de la siguiente misa con atención, y buscaré acogerlo en mi corazón para encontrar una aplicación concreta para mi vida diaria.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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