corazón de niño

Sábado 18 de agosto de 2018 – Si fuera como un niño.

H. Alexis Montiel, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que quisiste que los niños se acercaran a Ti, haz que mi corazón esté ansioso de Ti, como dijo san Agustín: «Nos hiciste Señor, para Ti; y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti».

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 13-15
En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase por ellos. Los discípulos regañaron a la gente; pero Jesús les dijo: “Dejen a los niños y no les impidan que se acerquen a mí, porque de los que son como ellos es el Reino de los cielos”. Después les impuso las manos y continuó su camino.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

De pequeños, más de alguno nos hemos preguntado: ¿Qué pasaría si los niños fuesen grandes y los grandes niños? Aparecen muchas respuestas que coinciden en dos cosas: la primera se resumiría en «lo mismo», que quiere decir, darle amor como el que recibo o regañarle como me regaña; la segunda me sorprende mucho, «le daría más amor»… en todos los sentidos, sea malos o sean buenos; si reciben mal, los niños no piensan en devolver más mal, en su sentido de justicia devolverán al menos el mismo, pero las respuestas que generalmente escucho son de dar más amor a los padres, pues saben que los aman.
Señor mío, hoy me pides que sea como un niño, particularmente me invitas a reconocer todo lo que he recibido. No me puedo quedar como la mayoría de los hombres, pensando en mi beneficio y en hacer más mal; en lugar de ello me llamas a amar con todo el corazón, a pesar de lo que yo haya recibido, mucho, poco o nada de amor me llamas a amar como un niño… sí, como un niño, que sea capaz de agradecer con una sonrisa, con los ojos pedir perdón, con la lengua hacer reír, con la boca alabarte, con el corazón puro, libre de todo lo que no te agrada, saber amarte y con mi inteligencia y voluntad saber decir «Permiso, gracias y perdón».

«Es una cosa bellísima la vida matrimonial y tenemos que custodiarla siempre, custodiar a los hijos. Algunas veces yo he dicho aquí que una cosa que ayuda tanto en la vida matrimonial son tres palabras. No sé si ustedes recuerdan las tres palabras. Tres palabras que se deben decir siempre, tres palabras que tienen que estar en casa: “Permiso, gracias, disculpa”. Las tres palabras mágicas, Permiso, para no ser invasivo en la vida de los cónyuges. ¡Gracias! Agradecer al cónyuge: “Gracias por aquello que hiciste por mí, gracias por esto”. La belleza de dar las gracias. Y como todos nosotros nos equivocamos, aquella otra palabra que es difícil de decir, pero que es necesario decirla: “Perdona”.»
(Catequesis del Papa Francisco, 14 de abril de 2014)

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré que mis actividades incluyan las tres palabras que dijo el Papa Francisco: permiso, perdón y gracias, de manera especial con aquella persona con la que no tengo trato fácil ni frecuente.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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