Sábado 2 de septiembre – Las cualidades que Dios me ha dado.
H. Cristian Gutiérrez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Creo, Señor, que estás aquí conmigo. Sabes que necesito de Ti más que nada. Tú conoces todo de mí, me conoces incluso mejor que yo mismo, por ello pongo en tus manos todas las intenciones que llevo en lo más íntimo del corazón. Te pido aumentes mi fe, mi confianza y mi caridad. María, madre mía, te pido me acompañes en este rato de oración y en todo este día.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 25,14-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco millones; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.
El que recibió cinco millones fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un millón hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.
Se acercó el que había recibido cinco millones y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco millones me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.
Se acercó luego el que había recibido dos millones y le dijo: ‘Señor, dos millones me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.
Finalmente, se acercó el que había recibido un millón y le dijo: ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu millón bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo’.
El señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle el millón y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene. Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Talento es una palabra que pasó de significar una moneda a significar las cualidades que una persona tiene. Basta ver los shows de talentos que llenan las pantallas de televisión hoy día para ver el significado de un talento.
En este rato de oración, Señor, quisiera meditar contigo sobre los talentos que me has dado y agradecértelos. Sabes que me es más fácil siempre mirar mis debilidades, mis defectos, mis pecados y mis carencias. Pero qué difícil es descubrir las cualidades, los talentos, las cosas buenas que tengo y que he recibido de Ti. Incluso me es más fácil verlas en los demás que en mí mismo. Por ello, creo que en este pasaje me invitas a mirar hacia mi interior y examinar lo positivo que hay allí.
Lo interesante es que los talentos se reciben y se cultivan. En el pasaje no es que los trabajadores merezcan esos talentos, ni siquiera son suyos; son prestados para ponerlos a fructificar. Los talentos los recibo de Ti. ¿Cuáles son los talentos que me has dado? Tal vez la alegría, la servicialidad, la espontaneidad, la sinceridad, la fidelidad; pero también la bella voz, la agilidad mental, la inteligencia aguda, la practicidad en el trabajo, la buena salud, la excelencia en el deporte… todo ello lo he recibido de Ti. Son talentos que me has confiado sin que yo lo pidiera. Simplemente los he recibido.
Pero los talentos también se deben cultivar. Es lo que pides a cada uno de los trabajadores a los que les has confiado tus talentos. No debería haber motivo de envidia en la cantidad de talentos, pues todos han recibido de acuerdo a sus capacidades y cada uno aporta lo que es; porque los cinco talentos que yo tengo no son iguales a los cinco del que tiene diez, pues son mis cinco talentos y nadie los puede cultivar en la manera que los cultivo yo.
Lo importante es cultivar, poner a trabajar, ejercitar, pero ante todo descubrir. Porque puede ser que habiendo recibido una fortuna la esconda en la tierra.
Dame la gracia, Señor, de descubrir los talentos con los que me has querido enriquecer. En este rato de oración los podemos enumerar juntos y agradecértelos de corazón. Ayúdame a ponerlos a trabajar, a no esconderlos, sino entregarlos al servicio tuyo, de tu Reino y de los demás.
«El mundo en que vivimos, y en especial los jóvenes, necesitan modelos, personas que nos muestren cómo sacar lo mejor de nosotros mismos, para que fructifiquen los dones y talentos que nos ha dado Dios y, haciendo así, nos enseñen el camino para un futuro mejor de nuestras sociedades.»
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de junio de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy me esforzaré por poner todo mi esfuerzo en mis responsabilidades como respuesta y agradecimiento a Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.