Sábado 26 de marzo - Entrar en el misterio.

Sábado 26 de marzo – Entrar en el misterio.

Sábado Santo

No hay celebración de la Eucaristía. La Cuaresma termina antes de la misa vespertina del Jueves Santo, incluimos el texto del Evangelio de esa celebración. 

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, sé que me amas y por eso humildemente te suplico que me des la gracia para que sepa guardar el silencio que me puede llevar a tener un momento de intimidad contigo en esta oración. Creo en Ti, Señor, te amo y confío en que Tú también quieres estar conmigo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 24, 1-12

El primer día después del sábado, muy de mañana llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.

Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite’ «. Y ellas recordaron sus palabras.

Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no los creían.

Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido.

Palabra del Señor.

Reflexiona lo que Dios te dice en el Evangelio (te sugerimos leer esto que dijo el Papa)

«Esta fue una noche de vela para los discípulos y las discípulas de Jesús. Noche de dolor y de temor. Los hombres permanecieron cerrados en el Cenáculo. Las mujeres, sin embargo, al alba del día siguiente al sábado, fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús. Sus corazones estaban llenos de emoción y se preguntaban: “¿Cómo haremos para entrar?, ¿quién nos removerá la piedra de la tumba?…”. Pero he aquí el primer signo del Acontecimiento: la gran piedra ya había sido removida, y la tumba estaba abierta.

“Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco”. Las mujeres fueron las primeras que vieron este gran signo: el sepulcro vacío; y fueron las primeras en entrar.

“Entraron en el sepulcro”. En esta noche de vigilia, nos viene bien detenernos a reflexionar sobre la experiencia de las discípulas de Jesús, que también nos interpela a nosotros. Efectivamente, para eso estamos aquí: para entrar, para entrar en el misterio que Dios ha realizado con su vigilia de amor.

No se puede vivir la Pascua sin entrar en el misterio. No es un hecho intelectual, no es sólo conocer, leer… Es más, es mucho más.

“Entrar en el misterio” significa capacidad de asombro, de contemplación; capacidad de escuchar el silencio y sentir el susurro de ese hilo de silencio sonoro en el que Dios nos habla.

Entrar en el misterio nos exige no tener miedo de la realidad: no cerrarse en sí mismos, no huir ante lo que no entendemos, no cerrar los ojos frente a los problemas, no negarlos, no eliminar los interrogantes.» (Homilía de S.S. Francisco, 4 de abril de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama. 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Participar, preferentemente en familia, en la Vigilia Pascual.

 

«No es grande cosa creer que Cristo muriese; porque esto también lo creen los paganos y judíos y todos los inicuos; todos creen que murió. La fe de los cristianos es la Resurrección de Cristo; esto es lo que tenemos por cosa grande: el creer que resucitó.»

(San Agustín, Comentario sobre el salmo 120)

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