justicia

Sábado 26 de octubre de 2019 – La justicia divina.

H. José Alberto Rincón, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ayúdame a vivir de cara a Ti, sin compararme con otros.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 13, 1-9
En aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante”.
Entonces les dijo esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente?’ El viñador le contestó: ‘Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré’”.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La justicia de los hombres es diversa de la justicia de Dios. Los hombres decimos: ‘justicia es dar a cada cual según se merece.’ Dios dice: ‘justicia es dar según mi Hijo ha merecido’. Esto nos permite entender el trasfondo de la pregunta de Jesús a sus discípulos.
Los hombres que Pilato mandó matar eran galileos, como los apóstoles. De algún modo, Jesús está recordándole a su auditorio que estas personas eran iguales a ellos, incluso en su lugar de origen. La única diferencia que podía existir era la del pecado. Es aquí donde entra el razonamiento humano.
Es fácil pensar que quien sufre, padece porque ha hecho el mal. Pocas cosas sorprenden y conmueven tanto el corazón del hombre como el sufrimiento del inocente. Si alguien ha actuado bien, ¿por qué ha de sufrir? Una vez más, esto es lógica humana. Pero no olvidemos que Cristo mismo, quien pasó su vida haciendo el bien, ha sido quien más sufrimiento ha debido soportar en su Pasión.
Regresemos a la pregunta. Jesús asegura que quienes fueron asesinados no atravesaron esa prueba porque fueran más pecadores; es decir, el propio sufrimiento no necesariamente es consecuencia de un mal cometido. El acento está, más bien, en la invitación que viene después. Jesús llama a quienes lo escuchan a la conversión.
Para ilustrar esto, toma el ejemplo de la higuera infértil. Es, en una palabra, como si quisiera decir que en vez de preocuparnos por juzgar quién ha sido más pecador, haríamos mejor simplemente buscando convertir constantemente nuestros corazones a Dios. El cielo está repleto de pecadores arrepentidos, pero vacío de soberbios que creen estar por encima de los demás.

«El dueño representa a Dios Padre y el viñador es la imagen de Jesús, mientras que la higuera es un símbolo de la humanidad indiferente y árida. Jesús intercede ante el Padre en favor de la humanidad ―y lo hace siempre― y le pide que espere y le conceda un poco más de tiempo para que los frutos del amor y la justicia broten en ella. La higuera de la parábola que el dueño quiere erradicar representa una existencia estéril, incapaz de dar, incapaz de hacer el bien. Es un símbolo de quien vive para sí mismo, sacio y tranquilo, replegado en su comodidad, incapaz de dirigir su mirada y su corazón a aquellos que están cerca de él en un estado de sufrimiento, pobreza y malestar. A esta actitud de egoísmo y esterilidad espiritual se contrapone el gran amor del viñador por la higuera: hace esperar al dueño, tiene paciencia, sabe esperar, le dedica su tiempo y su trabajo. Promete al dueño que prestará una atención especial a ese árbol desafortunado.»
(Homilía de S.S. Francisco, 24 de marzo de 2019).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Cuando me asalte la tentación de criticar a otra persona, haré un esfuerzo por concentrar mi atención en agradecer las maravillas que Dios está haciendo en mí, a pesar de mi pecado.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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