Sábado 6 de agosto de 2022 – La Transfiguración del Señor – «No quiero bajar»

Iván A. Virgen, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

“Señor, ¡qué bien se está aquí! Quiero estar siempre contigo. ¡No permitas que me separe de ti jamás!”.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo». Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis». Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En los años que he vivido en el seminario hemos recibido muchas visitas de personas. Después de pasar un par de días de visita, he constatado que la mayoría de ellos hacen una expresión similar a la de Pedro: “¡qué bien se está aquí!”. Me sucede a mí que cuando regreso de la ciudad al seminario, me encuentro en la casa lleno de paz. Quizá esto se deba a la tranquilidad que se vive dentro, los momentos de oración, silencio y el trato caritativo. De fondo, como pilar de todas estas circunstancias, está Jesús en su presencia transfigurada que nos hace experimentar qué bueno es el Señor. Vaya que gozamos de estos momentos, pero igual que sucedió a los apóstoles debemos bajar. Tenemos el reto de vivir unidos a Cristo en el trajín de la vida ordinaria, vivir como creyentes en un mundo sin fe. Por eso, necesitamos siempre renovar la experiencia del monte Tabor y recordar los momentos en los que el Señor ha transfigurado nuestra vida con su presencia.

No todas las personas pueden vivir en un seminario, ni tampoco se trata de hacer de la vida un seminario. Pero esta reflexión nos debería motivar a buscar esos espacios de paz y tranquilidad en medio del trajín ordinario. Espacios para buscar la presencia de Cristo en la Eucaristía y platicar con Él. Espacios para transmitir esa paz a la gente que nos rodea, a nuestra familia, a nuestros amigos, compañeros de trabajo, comunidad, etc.

«Al finalizar la experiencia maravillosa de la Transfiguración, los discípulos bajaron del monte con ojos y corazón transfigurados por el encuentro con el Señor. Es el recorrido que podemos hacer también nosotros. El redescubrimiento cada vez más vivo de Jesús no es fin en sí mismo, pero nos lleva a «bajar del monte», cargados con la fuerza del Espíritu divino, para decidir nuevos pasos de conversión y para testimoniar constantemente la caridad, como ley de vida cotidiana. Transformados por la presencia de Cristo y del ardor de su palabra, seremos signo concreto del amor vivificante de Dios para todos nuestros hermanos, especialmente para quien sufre, para los que se encuentran en soledad y abandono, para los enfermos y para la multitud de hombres y de mujeres que, en distintas partes del mundo, son humillados por la injusticia, la prepotencia y la violencia». (S.S. Francisco, Ángelus del 6 de agosto de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Durante este día voy a esforzarse por tener un trato amable y cordial con mis compañeros de trabajo, en la escuela o principalmente con mi familia, de tal manera que pueda compartir un poco de esta experiencia de la Transfiguración.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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