«Ser fermento evangelizador, estando en el mundo sin ser del mundo»
Entrevista a Kevin Ramírez, laico consagrado del Regnum Christi y coordinador del proyecto «EuroSOL» que busca ofrecer soluciones a la situación de los inmigrantes en Europa
En el discurso que el papa Francisco dirigió a los participantes del VI Foro Internacional Migración y Paz, expresó su preocupación por la situación de los inmigrantes y las migraciones forzosas que presentan una serie de desafíos a la comunidad política, a la sociedad civil y a la Iglesia. El Papa invitó a ofrecer una respuesta común «que se podría articular entorno a cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar». En este contexto, presentamos la entrevista realizada a Kevin Ramírez, laico consagrado del Regnum Christi y coordinador del proyecto «EuroSol» en Italia, financiado por el programa «Europa con los Ciudadanos» de la Unión Europea. Un proyecto que la Cátedra UNESCO de Bioética y Derechos Humanos del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum y la Universidad Europea de Roma lleva adelante para ofrecer soluciones concretas a la difícil situación de los inmigrantes.
Kevin, ¿Cómo surgió en ti el deseo de ayudar a las personas necesitadas?
Desde que vivía en Costa Rica, donde inicié un apostolado para ayudar a los indigentes, he tenido en mi corazón el deseo de ayudar al más necesitado a través de mis talentos, pues veo en él a Cristo humilde, pobre y misericordioso, que nos pide nuestro servicio. Además, colaboré en asilos de ancianos y en proyectos sociales de la universidad donde estudié. Después, en México, durante mi segundo año del bienio de formación, ayudé como coordinador de «ALMASUA», en el área de compromiso social de la Universidad Anáhuac México, apoyando en algunos de los 127 proyectos sociales que se realizan cada año. Entonces buscaba llevar a Dios a través de la acción social, del voluntariado y de la solidaridad para el desarrollo humano integral.
Actualmente estás involucrado en la ayuda a los inmigrantes y refugiados en Roma ¿Cuál ha sido el camino recorrido hacia este proyecto?
Los últimos años se han caracterizado por los movimientos migratorios, que lastimosamente son causados por conflictos, persecuciones y pobreza, entre otras razones. Cuando llegué a estudiar a Roma, mis formadores me propusieron colaborar apostólicamente con la Misión Latinoamericana en Roma, que llevan adelante los padres scalabrinianos. Debido a esto, conocí varios proyectos sociales que tenían con los inmigrantes latinoamericanos y me puse al servicio de ellos, primero mediante Humilitas ONLUS, preparando un estudio estadístico para conocer la realidad del inmigrante latinoamericano en Roma, y después en el área pastoral, generando un programa de liderazgo espiritual para la formación de formadores. Además, con ayuda de otras personas, organizamos un congreso sobre el refugiado en Italia dentro del proyecto europeo de sensibilización sobre la situación del inmigrante, que desarrolla la Cátedra UNESCO de Bioética y Derechos Humanos del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum y la Universidad Europea de Roma en colaboración con otros partners, como la Fundación Altius de España.
¿Cuál ha sido tu experiencia en la ayuda cercana a los refugiados?
Una de las experiencias que más me ha impactado fue la de vivir una semana en un centro de acogida para refugiados en el sur de Italia, donde estuve como voluntario en un gueto llamado «La Pista» en Borgo Mezzanone, Puglia. En él viven más de 1 500 personas sin servicios básicos; la mayoría son africanos. Conocer su realidad contada por ellos mismos te rompe el corazón y le cambia la vida a cualquier persona. Me narraron cómo pasan el Mediterráneo hacinados en una lancha sin comida durante siete días, en un trayecto terrible durante el que, cuando no naufragan, muere un cuarto de los pasajeros y se queman las piernas los que viajan junto al motor, y cómo antes tienen que pasar de un país a otro hasta llegar a Libia.
Muchos viajan con esperanza de encontrar una vida mejor, pero la realidad que encuentran es otra. Historias personales de dolor hay muchísimas. Han dejado su familia y anhelan poder ayudarla; pero la situación es, con frecuencia, casi desesperada. Por ejemplo, muchos de los que están en este gueto trabajan todo un día recolectando 350 kilos de tomates por 3,5 euros diarios. Podemos hacernos una idea de la injusticia que pasan estos pobres hombres a solo unas cuantas horas de Roma. El grupo de voluntarios con los que fui ofrecía clases de italiano, arreglo de bicicletas y algunas asesorías con el tema de inmigración.
¿Qué es la Cátedra UNESCO y en qué consiste tu participación dentro de ella?
La Cátedra UNESCO de Bioética y Derechos Humanos, tiene la intención de fomentar, a través de la investigación, el conocimiento de bioética, derechos humanos y dignidad humana con el fin de promover el bienestar y la solidaridad para los ciudadanos del mundo, por medio de un diálogo intercultural e interreligioso. La Cátedra está establecida en dos universidades: la Universidad Europea de Roma y el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum.
Yo colaboro como coordinador del proyecto «EuroSOL», que reúne organizaciones de 8 países de la Unión Europea, para debatir y reflexionar sobre la crisis de los refugiados a nivel local y a nivel de Europa, para proponer soluciones concretas que puedan encontrarse a través de la cooperación de las instituciones de la Unión Europea, promoviendo un diálogo intercultural. Por ejemlo, tuvimos nuestro foro a finales del año 2017 con la presencia de 127 personas provenientes de más de 20 nacionalidades.
Actualmente participamos en foros de diferentes países para debatir sobre estos temas; el nuestro abordó el de «La dignidad humana y los derechos humanos de los refugiados», y se dividió en tres sesiones con tres temas relacionados con la situación de los refugiados desde una perspectiva de bioética y derechos humanos: el primero se tituló «¿Refugiado, oportunidad o amenaza? Contexto, causas y perspectivas»; el segundo, «Derechos y deberes del refugiado en prospectiva de la bioética»; y el último, «Integración del refugiado desde una perspectiva intercultural y religiosa».
Hasta el momento he podido participar en los foros de 6 países. Las organizaciones que participan son las siguientes: Fundación Francisco de Vitoria, Madrid, España; Dirección General de Servicios Sociales de Integración Social, Madrid, España; Vida e V. Kultur und Bildung, Suhl, Alemania; Erevnitiko Idrima P.L. (University of Nicosia Research Founda) Nicosia, Chipre; Stowarzyszenie B-4, Rzeszòw, Polonia; Viesoji istaiga Vilniaus Verslo Kolegija, Vilnius, Lituania; y Diagrama Foundation Psychosocial Intervention, Dunstable, Reino Unido.
¿Por qué consideras que la ayuda a los más necesitados es parte fundamental de tu vocación de laico consagrado del Regnum Christi?
Dios me ha dado muchas gracias y una vida muy afortunada. Creo que Dios me pide involucrarme y formarme en temas de desarrollo social y espiritual, para guiar a las almas de una mejor manera, viviendo al servicio de la Iglesia como Cristo vivió, sirviendo al prójimo con alegría y formando apóstoles. Resuena en mi corazón el anhelo de servir competentemente en alguna organización internacional o institución, formando a las personas para que influyan en la sociedad positivamente en un ámbito de desarrollo social, para que se cumplan los derechos fundamentales de las periferias, rompiendo la barrera de la indiferencia.
Donde yo esté voy a estar al servicio de la Iglesia con el carisma del Regnum Christi, y soy «Regnum Christi» donde me toque trabajar. Busco contribuir a la santificación de las personas haciendo presente el Reino de Cristo, aun cuando la gente a veces no se dé cuenta de que soy un laico consagrado. Una de las cosas que más me gusta de nuestra vocación es que discretamente podemos ser fermento evangelizador, estando en el mundo sin ser del mundo, siendo una persona profesionalmente competitiva y alegre, con un amor exclusivo a Cristo.
El trabajo de un laico consagrado está abierto a cualquier realidad temporal y, en principio, no excluye ningún área. Donde lo llame Dios a servir, buscará evangelizar y proyectar apostólicamente a personas en los diversos ámbitos de la sociedad, para que pongan sus talentos al servicio del Reino de Dios, colaborando en la evangelización de las realidades temporales, mediante el ejercicio de una profesión civil y en apoyo a la iglesia local. Él ha de vivir como uno más del Pueblo de Dios y de la sociedad civil, con una entrega personal, real, apasionada y fiel a Cristo, que vino a este mundo a instaurar su Reino entre los hombres y en la sociedad.
También estás coordinando en Roma un programa de liderazgo para jóvenes. ¿Nos podrías hablar un poco sobre él?
Colaboro con la Misión Latinoamérica de Roma, coordinando un programa para la formación de jóvenes y adultos latinoamericanos que tienen la disponibilidad y las cualidades para llegar a ser animadores de las comunidades pastorales en que se organiza esta Misión. Al término del programa, los asistentes obtendrán un certificado de liderazgo espiritual. Tiene una duración de ocho meses. Cada participante asiste a una sesión formativa mensual, donde se imparten conferencias, se hacen algunas dinámicas, y recibe el acompañamiento de un director espiritual. Aspiramos a despertar en ellos la búsqueda del sentido de la vida, de manera que puedan fortalecer su desarrollo humano y espiritual e impulsar su disposición de servicio al prójimo mediante acciones concretas fundadas en principios cristianos. Buscamos formar personas íntegras que pongan sus talentos al servicio de la Iglesia y de los demás para cumplir el propósito que Dios tiene sobre sus vidas.
Las sesiones son dirigidas por expertos en el tema de liderazgo, teología, filosofía y otras áreas. He recibido apoyo de otros laicos consagrados del Regnum Christi, que son profesores en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, del representante del Papa ante la FAO, de un profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana, de una consagrada del Regnum Christi y de las religiosas de María Inmaculada.
¿Cómo concibes la vocación de un laico consagrado en el mundo de hoy?
La vida del laico consagrado del Regnum Christi es un don de Dios como todas las otras vocaciones en el seno de la Iglesia. Queremos seguir llevando el mensaje de Cristo al mundo, en los países ricos y en los pobres; y evangelizar las realidades de la política, la economía, la educación, etc., para afrontar los desafíos que nos muestra el mundo de hoy y seguir haciendo presente el Reino de Dios aquí en la tierra.
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