«Vengo a sacar a la Legión del túnel»

Madrid, 29 de marzo de 2012. La revista «Vida Nueva» publicó el pasado 23 de marzo una entrevista al Card. Velasio De Paolis, delegado pontificio para la Legión de Cristo y el Regnum Christi.

Por su interés, reproducimos el texto íntegro con la autorización de Juan Antonio Rubio, director de la revista.

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Por Darío Menor

El cardenal italiano Velasio de Paolis lleva sobre sus espaldas uno de los grandes retos del pontificado de Benedicto XVI: reflotar a esta poderosa e influyente congregación, crecida al calor del pontificado de Juan Pablo II y resquebrajada por los escándalos de su fundador, Marcial Maciel.

Es compleja la misión de De Paolis, nombrado en mayo de 2010 delegado pontificio, lo que le convierte en representante del Papa con autoridad sobre los superiores de los legionarios. Debe impulsar unas nuevas reglas en la Legión, limpiar la mancha que dejaron en la estructura de la congregación los errores de Maciel y dar más autonomía al Regnum Christi, el movimiento de laicos y consagrados del instituto.

Su labor, jalonada de problemas (“Cada día surgen cosas nuevas; estos legionarios no te dejan en paz”), se prolongará hasta finales de 2013 o principios de 2014, cuando se celebre el Capítulo General con el que la Legión debe salir del purgatorio en que la han dejado los crímenes y pecados de Maciel.

– A usted le han criticado dentro y fuera de la Legión. Dicen que su misión va demasiado lenta…

– Hemos hecho mucho en este tiempo. Mis cuatro colaboradores y yo estamos trabajando velozmente. He escrito cuatro cartas a los legionarios y a las consagradas en las que se detalla el camino recorrido y lo que queda por andar. Hasta ahora, el problema ha estado centrado en el gobierno. Se ha criticado sobre todo esta cuestión, pero ese no es el problema principal. ¿Cómo podía gobernar un instituto una persona como yo, externa, que no conoce a los legionarios? La idea oportuna, que ha sido ratificada por la Santa Sede, ha sido la de que el gobierno continúe ad nutum Sanctae Sedis, es decir, que la Santa Sede, y el delegado en particular, interviene en el gobierno.

Se dice que no ha cambiado nada, pero al gobierno han llegado el delegado y sus colaboradores. Esto permite conocer a las personas encargadas y afrontar las situaciones concretas y los cambios que hay que tomar. Las decisiones se toman con nosotros, que tenemos poder para decidir sobre todos los problemas.

– ¿Ha tenido que imponer una decisión en alguna ocasión?

– No. Somos todos personas razonables y tenemos presentes los problemas. Al final, la solución se impone casi por sí misma. Hemos creído oportuno nombrar a dos nuevos consejeros en el gobierno. Luego hemos cambiado añadiendo a otros dos. ¿Cómo se dice que no ha cambiado nada?

Responsabilidades

A mediados del pasado mes de febrero, el cardenal Velasio De Paolis dio otro golpe de timón en el gobierno de la Legión: sustituyó al vicario general y a uno de los consejeros generales. El “número dos” de la congregación es ahora el alemán Sylvester Heereman, quien sustituye a Luis Garza, un hombre del círculo de Marcial Maciel que se encargaba de la cuestión económica. El otro nombramiento recayó en el brasileño Deomar de Guedes.

– ¿Por qué ha elegido a Sylvester Heereman y Deomar de Guedes?

– Fueron de los más votados por los propios legionarios. El primer criterio al elegirlos era que tuvieran la confianza del resto. El segundo, que fueran representativos de una realidad internacional, no solo del mundo hispano. El tercero, que fueran jóvenes y no estuvieran ligados a Maciel. El cuarto motivo es que no hubieran sido ya superiores. Y el quinto, que tuvieran buenas capacidades para el servicio de la autoridad.

– ¿Garza ha sido cesado o pidió él la dimisión? ¿Y Álvaro Corcuera, el director general de la Legión, también la pidió?

– Se trata de preguntas estrictamente personales, a las que no es oportuno dar una respuesta. Me parece que son otros los problemas conectados con estas preguntas: eliminar a una persona significa dar un juicio sobre ella y avalar todos los rumores. Para mí, es un problema moral. ¿Cómo puedo avalar la destrucción de una persona sin conocerla? De hecho, sobre Luis Garza no hay nada. Estará su personalidad, que puede gustar más o menos, pero no ha cometido ningún crimen. Para mí, habría sido muy fácil conseguir el aplauso general eliminando a estas personas, pero, ¿a qué precio?

Garza lo ha dejado ahora porque la provincia de los Estados Unidos está pasando por un momento económico difícil y él tiene capacidades en este campo. Él manifestó su disponibilidad para este cargo y, tras mandar un visitador a la provincia, vimos que contaba con el respaldo mayoritario de los sacerdotes de la provincia para ser provincial. Con los superiores y con la propia Legión pasa un fenómeno extraño: dices todo el mal posible y te creen. Si dices cosas buenas, en cambio, no te cree nadie.

– ¿Cree que las críticas vienen de quien esperaba la disolución de la Legión?

– Efectivamente. A mí no me han dado este encargo para disolver la Legión. Esto lo podía hacer el Papa, pero lo que ha hecho es mostrar un camino dividido en etapas. La primera era aclarar el problema de Maciel. La segunda fase fue la visita por parte de cinco obispos, quienes informaron al Papa y, después, la Sala de Prensa del Vaticano hizo un comunicado en términos bastante duros sobre la situación de la congregación. La tercera fase comienza con mi nombramiento por parte del Papa, quien quiere que la Legión retome su camino, pues dentro hay un gran número de personas que tienen un gran celo y quieren trabajar por el Reino.

Mi nombramiento llega cuando el Papa ya ha hecho un gran análisis: piensa que la Legión no debe ser suprimida, hay que hacer un esfuerzo para purificarla y salvarla. Que nadie espere la destrucción o la decapitación. Mi misión es intentar sacar a la Legión del túnel en que se encontraba.

– Habla de intento. ¿Logrará su objetivo?

– Soy positivo. Si no lo fuera, no seguiría. El trabajo puede producir buenos frutos. Ya hay cosas buenas que se ven, y espero encontrar más. Se está dando por descontado que los superiores han cometido crímenes y que, por tanto, deben convertirse o hay que cortarles la cabeza. La realidad es que la mayoría no tiene ninguna responsabilidad respecto al comportamiento de Maciel. Se han mantenido fieles a su deber. Sentían que habían dado la vida por la Legión y se veían culpabilizados. No podemos confundir al fundador con la Legión, aunque necesariamente, como afirmaba el Boletín Oficial de la Santa Sede, algunos comportamientos y parte de la mentalidad del fundador ha entrado en la estructura de la Legión.

– ¿Se puede salvar a algunos de estos superiores, teniendo en cuenta la penetración de esta mentalidad?

– De los superiores que colaboraron con Maciel ya no queda casi ninguno. Maciel hacía lo que quería, gobernaba de forma personal. La mayoría pensaba que era un hombre santo e intocable. Si los superiores no veían lo que sucedía, no era por maldad.

– Usted mismo ha dicho que “no podían no saber” lo que estaba ocurriendo.

– Este principio de que “no podían no saber” puede ser una fuente de errores e injusticias. Hasta yo mismo sabía que había denuncias. Estaba todo en Internet. ¿Pero se podía creer lo que se decía de Maciel?

– Las personas que estaban cerca de él no solo sabrían de lo sucedido a través de Internet: lo habrían visto con sus propios ojos…

– Cuando han buscado, lo han descubierto. Y cuando lo han hecho, han denunciado. Así se inició el camino que llevó a la destitución de Maciel. Pero al principio, cuando comenzaron estas noticias, a Maciel se le consideraba un santo y se decía que las acusaciones eran falsas.

– ¿Aconsejaría la Legión a un joven con vocación sacerdotal?

– Sí. Al igual que diría que sí con otros institutos. Yo veo a los Legionarios de Cristo como un instituto que está siguiendo su camino y que sigue recibiendo vocaciones.

– ¿Habla a menudo con el Papa sobre los legionarios?

– Cada cierto tiempo le hago un informe. El Papa quiere que los legionarios sigan un camino de renovación y lleguen a un Capítulo del que salgan unas nuevas Constituciones. Con el paso del tiempo, han ido apareciendo problemas nuevos. Hemos tenido que resolver el problema de las víctimas. Luego está la cuestión de la deuda y la crisis económica, que al principio era la última cosa en la que pensaba. Y, por último, el problema de los y las consagradas del Regnum Christi. Nos damos cuenta ahora de que tal vez deberíamos haber comenzado por el final. Cuando comenzamos, lo hicimos con la Legión. Esto ha creado el primer gran problema, tal vez porque no nos dábamos cuenta de que la Legión no es únicamente ella; la realidad más grande es el Regnum Christi, un movimiento grandioso.

Libertad mal entendida

– ¿Había una concepción errónea de un concepto tan evangélico como la libertad dentro de la Legión?

– Es un problema complejo. Mi impresión es que, por un lado, había efectivamente un peligro de que hubiese un control excesivo de la libertad. Pero por otro lado, yo no conozco a religiosos que gocen de una libertad tan amplia como los legionarios. Existe un control en las ideas, un problema en la relación entre la parte interna y externa. Pero si miras la vida individual de los legionarios, ves que están siempre dando la vuelta al mundo. Tienen una gran libertad para moverse y emprender nuevos proyectos. Su éxito y sus problemas vienen de ahí: han aprovechado mucho las capacidades del individuo.

– Y entonces, ¿todas las disposiciones que regulan hasta los aspectos más nimos de la vida, hasta cómo deben comer un plato de pasta, no le parecen una limitación de la libertad?

– Es difícil. Al analizar a los legionarios, hago una afirmación y luego tengo que corregirla. No es fácil comprenderlo. Hay aspectos buenos y otros contradictorios. Son situaciones que deben ser analizadas con tiento, pues hay riesgo de equivocarse. El problema de los legionarios es que han dado una imagen precisa de ellos mismos.

Sobre el Regnum Christi

– ¿Seguirá el Regnum Christi un camino separado al de los Legionarios?

– Estamos estudiando cómo armonizar estas tres realidades: Legión, Regnum Christi y, dentro de este último, el llamado tercer grado: los consagrados. El Regnum Christi es un pueblo de 60.000 personas, con un apostolado grandioso. Los laicos, con tres niveles de compromiso distinto, tienen un objetivo común: luchar por el Reino. Queremos que se restituya a esta realidad toda su belleza y esplendor. Si supera las insidias del pasado, puede ser un bien para todos. Nadie quiere la muerte del Regnum Christi.

– ¿Qué es lo que precisa este movimiento?

– La visita apostólica inicial era a los legionarios, no al Regnum Christi, pero los miembros de este dijeron que también querían una visita. Se encargó de ella el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, que es una persona muy digna y prudente, y ha sido aplaudida por todos. Al principio de mi responsabilidad como delegado, no me encargué del Regnum Christi, pues me parecía una injerencia. En septiembre empezamos a trabajar con el informe de Blázquez. Su juicio es sustancialmente positivo, aunque habla de algunos aspectos que hay que examinar, sobre todo en relación a la formación. Se confiaba demasiado la formación a los legionarios. Otra de las cosas que hay que revisar es que el Regnum Christi necesita una mayor autonomía.

– ¿Qué va a hacer en el caso de las consagradas?

– No las habíamos tomado en consideración hasta hace poco. El número de consagrados es pequeño en comparación con el de consagradas. Ellas son muchas más, en torno a las 800, mientras que los hombres son alrededor de un centenar y viven con los legionarios, como si fueran hermanos laicos. Las consagradas, sin embargo, viven en comunidades. La presencia de los legionarios sobre ellas es muy fuerte: está el problema de la formación, de la dirección espiritual, de la misión, del gobierno, etc. Estas cosas tienen que ser revisadas para tener más autonomía.

Primero hay que reflexionar sobre esta vocación y darle un marco, examinar si puede permanecer o debe ser modificada. Hemos organizado encuentros y hemos visto una consonancia muy fuerte. Las consagradas decían que querían seguir los consejos evangélicos trabajando en asociaciones conectadas con los legionarios. Hemos partido de ahí, encontrando un gran acuerdo.

– ¿Cuándo surgieron las fricciones con las consagradas?

– Mientras estaba haciendo este trabajo, comenzaron a aparecer voces de un grupo inquieto. Algunas eran de las que llevaban más tiempo, hasta 40 años. Había rumores de que sentían una cierta dificultad, pero nadie la mostraba abiertamente. Al final de uno de estos encuentros de trabajo se supo que se estaba creando esta asociación para acoger a las que salían.

Consagradas que se van

– ¿No ha sabido de este nuevo instituto, Totus Tuus, hasta su creación oficial?

– No. Había rumores, pero siempre eran desmentidos.

– ¿Tampoco le llamaron para avisarle desde Santiago de Chile, donde ha sido creado?

– El arzobispo de Santiago está en su derecho: un obispo puede crear una asociación. A mí nadie me dijo nada. Tras los rumores, algunas consagradas en Italia y Monterrey crearon turbación. Entonces pensé que sería bueno que fuese a México –porque era el lugar donde había un mayor número de estas consagradas que querían abandonar el Regnum Christi– para entender y aclarar qué pasaba.

Llegué a México el 23 de febrero. Al día siguiente me llegó una carta de uno de mis colaboradores en la que me adjuntaba el decreto de erección de Totus Tuus. Se decía que el Papa estaba de acuerdo en la creación. Quería aclarar este hecho. El parecer favorable del Papa es a la creación de esta asociación, no a la salida del Regnum Christi. Es una sutileza importante. Nadie quiere que quien deja el Regnum Christi sea golpeado. Es una elección libre. Si se les puede inserir en otra asociación, bienvenido sea. Pero no puede parecer que quien se queda, va contra la obediencia. El Papa bendice la acogida, que es algo bueno, no la partida, que es discutible.

– Estas consagradas decían que habían perdido la confianza en los dirigentes.

– Ese argumento no es un elemento decisivo para la vocación. Esta no es una respuesta a un hombre, sino a Dios. Para mí no es un motivo, aunque lo respeto. Yo quiero asegurar a quien se queda. No es correcto decir que se ha perdido la confianza porque aún no se han aclarado los crímenes de Maciel. Si se quieren ir las consagradas, incluso todas, que lo hagan, pero con respeto.

– ¿Piensa que habrá más personas que dejan la Legión o el Regnum Christi?

– Este es otro motivo de confusión. Se ha dicho que han salido 300 consagradas, pero no se explica que esas 300 han dejado el Regnum Christi en estos últimos cinco o seis años. La crisis existía, pero no era de ayer, sino desde que estalló el caso Maciel. Nosotros hemos tomado las riendas del Regnum Christi el pasado mes de septiembre. ¿Cómo se puede hacer caer sobre nosotros la responsabilidad? Hay algo ahí que, en parte, se me escapa. Cuando pensábamos haber cumplido un paso positivo, en el que habíamos tenido la concordancia casi unánime, nos hemos visto golpeados de improviso. Ahora han salido entre treinta y cuarenta consagradas a esta nueva realidad de Totus Tuus.

– ¿Malén Oriol, la anterior responsable de las consagradas, ha abandonado para formar parte de Totus Tuus?

– No lo sé. Su actitud es difícil de entender. Conmigo, Malén Oriol hablaba poco. Entre septiembre y octubre del año pasado vino a verme para decirme que estaba dispuesta a dejar su puesto si yo lo creía oportuno. Le dije que no y que era ella quien debía decidir si continuaba. Luego parecía que quería quedarse. Al final, en una asamblea se levantó y dijo que renunciaba a su cargo. Le pedí entonces que reflexionase y me comunicase después su parecer. Lo que hizo ella fue mandar una carta diciendo que esperaba una respuesta mía. Después vino a verme y le dije que aceptaba su renuncia, pero le pedí que no dejase el Regnum Christi. Ella me contestó que quería seguir pero, pocos días después, llegó su solicitud para salir.

– Otra ruptura: la de la agencia de noticias Zenit. ¿Cuál ha sido su posición en la marcha de su anterior director, Jesús Colina?

– Es una cuestión normal en una relación laboral. Jesús Colina vino a verme diciéndome que los legionarios le habían traicionado. No hay que olvidar que Zenit pertenece a la Legión. Colina quería que fuese transferida a otros. Si no se veía capaz de seguir colaborando, debía ser él quien se retirase.

Maciel, ¿demonio o “pobre pecador”?

– ¿Se puede salvar el carisma de la congregación con un fundador como Maciel?

– Teóricamente esto ha sido ya respondido. En la historia de la Iglesia han sucedido casos de fundadores que luego no siguen el camino correcto.

– ¿Por qué no ha enterrado por completo la figura de Maciel?

– No podemos negar que es el fundador, es un hecho histórico. Ya no se le llama “padre” y hemos pedido que sus textos no se lean en público. El tema de Maciel debe ser analizado con calma. No es una figura ejemplar, pero ¿es un demonio o un pobre pecador? Si fuese un demonio, no podríamos salvar nada. Si es un pobre pecador, algo bueno puede haber hecho. Si demonizamos a Maciel, hacemos difícil la comprensión de la Legión. Si lo consideramos un pecador, podemos entenderla.

– ¿No es peligrosa esta equidistancia al analizar la figura de Maciel?

– ¿Se puede decir que Maciel no ha buscado el bien? ¿No ha intentado hacer algo útil para la Iglesia? Hay valores de los Legionarios, como la obediencia a la Iglesia o el respeto a la doctrina, inculcados por él, que no pueden ser negados. La línea de principio es que hay una fidelidad. No se puede decir que Maciel es un demonio. ¿Le parece un razonamiento válido?

– No, pero no soy yo quien debe juzgar.

– Está claro que ha hecho cosas graves, pero dependen más de la debilidad del hombre que de la maldad.

– ¿Los abusos sexuales, y en especial a menores, son una debilidad?

– No quiero y no puedo justificarlo. De hecho, nunca se condena lo suficiente. Pero esto no transforma al pecador en un demonio. Maciel era un pecador, y grande, pero no un demonio. El papa Benedicto XVI ha dicho que Maciel era una figura enigmática. Nos encontramos frente al misterio de la persona humana, con su responsabilidad, que a nosotros se nos escapa. Es un abismo insondable de pecado y de gracia.

– ¿A qué resultados ha llegado la comisión encargada de las víctimas?

– Nosotros no teníamos el deber de buscar a las víctimas. Quien se sentía víctima podía hacer una petición a la comisión. Las víctimas, al final, han sido menos de diez, cada una de las cuales ha recibido indemnizaciónes de 15.000, 25.000 o 35.000 euros. En algunos casos, incluso algo más.

En el nº 2.794 de Vida Nueva.

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