Viernes 11 de marzo de 2022 – Aprender a dar y recibir el perdón.
H. Cristian Gutiérrez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Dios mío, por el don de la vida. Gracias por permitirme entrar en tu presencia y estar a tu lado. Necesito de Ti, Señor. Mira que mi vida sin Ti carece de sentido. Aumenta mi fe para que te sepa descubrir en todos los momentos de mi vida. Acrecienta mi confianza para que no me deje seducir por cosas efímeras, que se acaban, que defraudan. Foguea mi amor para que te ame siempre con más pasión y pueda así ser un apóstol infatigable de tu Reino.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.
Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.
Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy me hablas del perdón y la reconciliación. Es de verdad importante para el seguidor tuyo aprender a perdonar y, sobre todo, a pedir perdón.
Pedir perdón es muestra de humildad ya que implica reconocer el error y, en cierta medida, rebajarse al otro y pedir algo que se necesita de él. El perdón cristiano es el que he podido aprender de Ti, un perdón humilde, sencillo, generoso, sin importar el tamaño de las ofensas, que no mide el pecado sino que mide el amor.
Pedir perdón al hermano es más fundamental antes de presentarse de nuevo ante Ti. Es como aquellos hermanos que pelean pero luego, ante la presencia de los padres, se piden perdón y se reconcilian.
En este pasaje me invitas al perdón, a olvidar los rencores, a dar el primer paso antes aquellas ofensas del pasado que nadie se ha atrevido a perdonar o pedir perdón. Me llamas a seguir tu ejemplo de delicadeza en el trato con mis hermanos, los hombres, a evitar los insultos, las palabras ofensivas, recriminatorias, o falsas.
Dame la gracia, Señor, de aprender a perdonar y recibir perdón como Tú me pides.
«Respecto al mandamiento “no matarás”, Él afirma que es violado no solo por el homicidio efectivo, sino también por esos comportamientos que ofenden la dignidad de la persona humana, comprendidas las palabras injuriosas. Claro, estas palabras injuriosas no tienen la misma gravedad y culpabilidad del asesinato, pero se ponen en la misma línea, porque se dan las premisas y revelan la misma malevolencia. Jesús nos invita a no establecer una clasificación de las ofensas, sino a considerarlas todas dañinas, en cuanto son movidas por el intento de hacer el mal al próximo. Y Jesús pone el ejemplo. Insultar: nosotros estamos acostumbrados a insultar, es como decir “buenos días”. Y eso está en la misma línea del asesinato. Quien insulta al hermano, mata en su propio corazón a su hermano. Por favor, ¡no insultéis! No ganamos nada….»
(Homilía de S.S. Francisco, 12 de febrero de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy procuraré disculpar las ofensas que otros me puedan causar.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.