Viernes 13 de diciembre de 2019 – La sabiduría de Dios.
Santa Lucía, virgen y mártir
H. José Alberto Rincón, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que mi corazón no se endurezca, para que pueda, así, escuchar tu voz.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19
En aquel tiempo, Jesús dijo: «¿Con qué podré comparar a esta gente? Es semejante a los niños que se sientan en las plazas y se vuelven a sus compañeros para gritarles: ‘Tocamos la flauta y no han bailado; cantamos canciones tristes y no han llorado’.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dijeron: ‘Tiene un demonio’. Vino el Hijo del hombre, y dicen: ‘Éste es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y gente de mal vivir’. Pero la sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Todos sabemos cuán difícil es complacer a las personas. Tan pronto como buscamos agradar a una, otra nos hace saber su disgusto; y al momento en que conseguimos finalmente convencerla, una más reacciona negativamente ante nuestro proceder. Esto refleja una cosa muy sencilla: el hombre nunca está satisfecho. ¿Por qué?
La respuesta es directa: no estamos satisfechos porque no hay nada en este mundo que pueda saciar nuestra sed. Sólo Dios es capaz de ello, y solamente será en nuestra Patria celestial que veremos nuestros anhelos más profundos realizados. En el Cielo no hay gente inconforme, pues todo es plenitud. Así de simple.
Que éste sea el mensaje que Jesús nos dirige hoy. Bajo esta luz, las palabras de los niños en las plazas, que parecerían enigmáticas, se aclaran. La flauta y las canciones no son otra cosa que el llamado a vivir, ya desde ahora, con la mirada en el Paraíso. Sabiendo que estamos llamados a llegar ahí, ¿acaso dejaremos que nuestros corazones no dancen al son de la música y se compadezcan del triste cantar?
Cuando el trajín del día nos absorbe, algo dentro de nosotros cambia. Cometemos el error de culpar a Dios por nuestros percances, sean cuales sean, pequeños o grandes. Del mismo modo se quejaba la gente sobre Juan y sobre Jesús. Intentemos hoy tener una actitud diversa. Intentemos dejar a Dios ser Dios, que su sabiduría sabe mejor lo que más conviene a nuestra alma. Confiemos en Él, que si somos sinceros, nunca nos ha dado motivos para no hacerlo.
«¿Nada os parece bien? Solamente la rigidez de las ideas y el siempre se ha hecho así. Esta es la ortodoxia de esta gente que cierra el corazón a las novedades de Dios, al Espíritu Santo. Esta gente no sabe discernir las señales de los tiempos. Quieren una Iglesia, querían eso, una sinagoga, una Iglesia cerrada rígida, no abierta a las novedades de Dios. En cambio, el otro comportamiento, el de los discípulos, de los apóstoles, es un comportamiento de libertad, la libertad de los hijos de Dios». Por lo tanto, tienen resistencias al inicio. Pero esto no solo es humano, es una garantía de que no se dejen engañar por cualquier cosa y después con la oración y el discernimiento encuentran el camino. Porque siempre habrá resistencias al Espíritu Santo, siempre, hasta el fin del mundo.»
(Homilía de S.S. Francisco, 24 de abril de 2018, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ante la prueba más difícil que experimente este día, examinaré sinceramente mi alma para entender qué es lo que Dios desea que aprenda en ella.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén