Viernes 16 de septiembre de 2022 – «Compadecerse de los demás»
Balam Loza, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, mándame tu luz. Quiero, hoy, descubrir tu voluntad. Quiero renovar el deseo de entrega total a ti. No quiero hacer mi propia voluntad. Sé que es dura tu palabra, que me pides radicalidad. Por eso, además de pedirte tu luz, te pido que me des tu fuerza. Dame un corazón que no se desanime ante las dificultades, sino que confíe en ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 8, 1-3
En aquel tiempo, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades. Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que los ayudaban con sus propios bienes.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Las almas necesitan un mensaje de alegría, un testimonio. El corazón humano necesita tu palabra que es espíritu y vida. El mundo tiene sed de ti, de tu misericordia, de tu amor. Quiere contemplar la belleza. El hombre tiene deseo de algo más. No le basta vivir aquí sin sentido, sino que en su corazón lleva el deseo de plenitud. Y sólo Tú, Jesús, puedes saciar esa sed. Sólo Tú puedes dar el sentido a la vida.
Y, ¿quién va a llevar tu mensaje a los hombres? Quien sino yo puedo llevarlo. Tómame y llévame a aquellas personas que más te necesiten. Y no te pido que me lleves a un lugar recóndito. Te pido que me des luz en mi día cotidiano para ver la necesidad que mi prójimo tiene de ti. Pienso en el familiar que está pasando por un momento difícil en su matrimonio. O pienso en aquel pobre que no ve sentido a su sufrimiento. Pienso en tantas personas que sufren y que necesitan una palabra, un gesto de tu amor.
A esos lugares quiero ir. A veces la misión está más cerca de lo que creo. Las necesidades me salen al encuentro y yo, muchas veces, permanezco indiferente. Cuántas veces, Señor, no me dice nada el sufrimiento de los demás. Por eso te pido que me des un corazón como el tuyo. Un corazón que sepa ver más allá. Un corazón que no se quede en las apariencias. Sino que como Tú, cuando recorrías Galilea o Judea, sepa compadecerme de los demás. Y sepa salir al encuentro de los necesitados, de los sedientos, de los hambrientos.
«Esta inclusividad hace que esté siempre a la mano de todos el “misericordiar”, el compadecerse del que sufre, conmoverse ante el necesitado, indignarse, que se revuelvan las tripas ante una injusticia patente y ponerse inmediatamente a hacer algo concreto, con respeto y ternura, para remediar la situación. Y, partiendo de este sentimiento visceral, está al alcance de todos mirar a Dios desde la perspectiva de este atributo primero y último con el que Jesús lo ha querido revelar para nosotros: el nombre de Dios es Misericordia».
(Meditación de S.S. Francisco, 2 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a vivir de manera especial mis relaciones con mi familia. Voy a estar más atento a las necesidades de los demás. Voy a estar más cercano si veo que alguien está pasando por un momento difícil.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.