Viernes 20 de noviembre de 2020 – Rezar por y con los demás.
Btos. Anacleto González Flores y compañeros mártires
H. Francisco J. Posada, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, Tú que estás presente de manera especial en cada iglesia, te pido me concedas renovar mi fe para saber que eres alguien real y no sólo una idea o alguien lejano; te pido que me ayudes a dejarte entrar en mi vida como Tú me dejas entrar en tu casa de oración. Te pido por todas las personas de mi alrededor, especialmente por las que no me llevo tan bien.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 45-48
Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí, diciéndoles: «Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones”.
Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo, intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El templo para Jesús es casa de oración, para esto es que se construye y así lleva un símbolo especial. Un templo es el lugar donde se reúne la gente para adorar a Dios por lo que tiene dos fines, rendir culto a Dios y ser un medio de comunión entre los hombres. Una de las cosas que más escucho en mi vida es la oración y cómo es importante. Casi siempre que termino de hablar con alguien por un buen rato les digo “voy a rezar por ti” porque creo que es lo mejor que puedo hacer por ellos, sobre todo si están lejos. Con las personas que conozco más no me cuesta imaginar y, a veces, ver las situaciones que están pasando, lo que me da algo concreto por lo que puedo rezar. En pocos momentos me viene a la mente la posibilidad que hay de rezar junto a esa persona que necesita un apoyo durante ese tiempo. El hecho de formar ese pequeño grupo o comunidad hace que la oración sea algo muy potente. Además de la promesa de Cristo de que donde se reúnan dos o tres en mi nombre ahí estará Él, puedo decir que nos convertimos en imagen de Cristo mismo con su cuerpo que, con diferentes “partes” unidas, pueden hacer más. No me puedo imaginar lo que haría una mano sola sin estar unida al cuerpo o un cerebro solo, lo importante es que crea que necesitamos de los demás.
La oración se puede convertir en una increíble forma de sanación si tan solo dejamos que Dios nos guíe y nos unamos a esa persona que está sufriendo, sea con la mente, el corazón o rezando con ella en persona. Será una forma para beneficio mutuo.
«Él hizo este gesto ayudándose con un látigo, volcó las mesas y dijo: “No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado”. Esta acción decidida, realizada en proximidad de la Pascua, suscitó gran impresión en la multitud y la hostilidad de las autoridades religiosas y de los que se sintieron amenazados en sus intereses económicos. Pero, ¿cómo debemos interpretarla? Ciertamente no era una acción violenta, tanto es verdad que no provocó la intervención de los tutores del orden público: de la policía. ¡No! Sino que fue entendida como una acción típica de los profetas, los cuales a menudo denunciaban, en nombre de Dios, abusos y excesos. La cuestión que se planteaba era la de la autoridad. De hecho los judíos preguntaron a Jesús: “¿Qué señal nos muestras para obrar así?”, es decir ¿qué autoridad tienes para hacer estas cosas? Como pidiendo la demostración de que Él actuaba en nombre de Dios.»
(Ángelus de S.S. Francisco, 4 de marzo de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar con una persona que esté pasando por un mal momento.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.