Viernes 22 de enero de 2021 – Los escogió para estar con Él.
H. Francisco J. Posada, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, quiero ser tu apóstol, por eso te pido que me ayudes a conocerme mejor para poder formar la imagen que Tú tienes de mí. Te pido la gracia de vivir como si todo dependiera de mí y rezar como si todo dependiera de Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 13-19
En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que él quiso, y ellos lo siguieron. Constituyó a doce para que se quedaran con él, para mandarlos a predicar y para que tuvieran el poder de expulsar a los demonios.
Constituyó entonces a los doce: a Simón, al cual le impuso el nombre de Pedro; después, a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, a quienes dio el nombre de Boanergues, es decir «hijos del trueno»; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeó, Tadeo, Simón el Cananeo y a Judas Iscariote, que después lo traicionó.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En todo trabajo desempeñamos una tarea, aquí al lado del seminario tenemos nuestra universidad donde trabaja mucha gente. Cada quien tiene diferentes puestos desde quien limpia las aulas, se encarga del mantenimiento, profesores, rectores, administradores, secretarias, etc. Todos llegan por las mañanas y comienzan su día en la universidad, van a su lugar, oficina o despacho y trabajan. Su vocación es muy fecunda ya que ellos están ayudando, cada persona con su tarea, a la formación de jóvenes, seminaristas, consagrados, monjas, consagradas, para que formen su mente, puedan responder con lo mejor a los desafíos de la nueva evangelización y hagan del mundo un lugar mejor.
La vocación a la que Jesús llama a los doce apóstoles es diferente porque del simple hecho de estar con Él pueden sacar mucho fruto, no necesitan hacer mucho. La sola compañía del Señor ya es su llamado, lo que «hacen». De la experiencia del amor de Dios, de ese estar con Él, surge la gracia de estado con la cual podrán predicar a todos los pueblos las maravillas del Padre, y sanar las heridas más profundas del corazón y del alma, esas que son pruebas ineludibles de la existencia del maligno. Llamó a los que Él quiso para que se quedaran con Él, nada más ni nada menos.
¿Cuánto aprovecho el tiempo que tengo con el Señor? ¿Siento su llamado en el interior de mi alma? Dios tiene un plan para cada persona, a algunos los invita a seguirlo más de cerca, pero todos estamos llamados al amor, porque seguir a Cristo es amarlo con todas las fuerzas, corazón, mente, alma y amar a los demás en Él.
«Después de haberles llamado por su nombre uno por uno, “para que estuvieran con él” escuchando sus palabras y observando sus gestos de sanación, entonces les convoca de nuevo para “enviarlos de dos en dos” a los pueblos a los que Él iba a ir. Son una especie de “prácticas” de lo que serán llamados a hacer después de la Resurrección del Señor con el poder del Espíritu Santo. El pasaje evangélico se detiene en el estilo del misionero, que podemos resumir en dos puntos: la misión tiene un centro; la misión tiene un rostro. El discípulo misionero tiene antes que nada su centro de referencia, que es la persona de Jesús.»
(Ángelus de S.S. Francisco, 15 de julio de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar por las vocaciones jóvenes al sacerdocio.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.