Viernes 24 de agosto de 2018 – Convertir lo ordinario en extraordinario.
H. Jose Torres, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor dame la gracia de poder contemplar y transmitir tu amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 1, 45-51
En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José”. Natanael replicó: “¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?” Felipe le contestó: “Ven y lo verás”.
Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: “Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?”. Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José», y nosotros ¿ya nos hemos encontrado con ÉL?, ¿ya hemos hecho un encuentro personal con quien hablaron los profetas?, o todavía sigo esperando el momento, sigo en una espera llena de neblina, llena de oscuridad, porque en ocasiones pude suceder que esperemos una gran manifestación o circunstancias que en realidad no son lo que el Señor espera para encontrase con nosotros.
En la oración, en la Eucaristía, en los sacramentos, está Cristo esperándonos, para tener ese ansiado encuentro con nosotros, de corazón a corazón, es allí donde podemos encontrarlo y podemos experimentar su amor misericordioso.
Pidamos al Señor que nos de la gracia, como a Natanael, de poder decir, «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel», para que Cristo sea el Rey y Señor de nuestras vidas y que en nuestra vida ordinaria, en el trabajo, en el estudio, en donde sea que nos encontremos, sea Él el centro y el criterio de nuestra vida y de ese modo poder convertir todos nuestros quehaceres de la vida ordinaria en extraordinarios.
«Natanael acude a ver a quién dicen que es el mesías, con un poco de escepticismo. Jesús le dice: “Te he visto bajo el árbol de higos”. Por lo tanto, siempre Dios ama primero. Lo vemos también en la parábola del hijo pródigo: Cuando el hijo, que había gastado todo su dinero de la herencia del padre en una vida de vicios, vuelve a casa, se da cuenta que el padre lo estaba esperando. Dios siempre es el primero en esperarnos. Siempre antes que nosotros. Y cuando el otro hijo no quiere ir a la fiesta porque no entiende el comportamiento del padre, el papá va a buscarlo. Y así hace Dios con nosotros: siempre es el primero en amarnos. Así podemos ver en el Evangelio, cómo ama Dios: cuando tenemos algo en el corazón y queremos pedir perdón al Señor, es Él quien nos espera para darnos el perdón.»
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de enero de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Me esforzaré, sabiendo que el Espíritu Santo me dará su gracia, para hacer con esmero y dedicación todas mis actividades, especialmente las espirituales y apostólicas.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.