Viernes 24 de enero del 2019 – ¡Me llamas por mi nombre!
San Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia
H. Juan Pablo García Hincapié, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, aquí estoy delante de Ti. Hoy pasas por mi vida. Quiero reavivar en mí tu llamado. Dame la gracia de poder seguirte con generosidad. Dame la gracia de ser un apóstol ferviente de tu Reino para poder llevar, a los que hoy me encuentre, tu Evangelio por medio de mi vida entregada a Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 13-19
En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que él quiso, y ellos lo siguieron. Constituyó a doce para que se quedaran con él, para mandarlos a predicar y para que tuvieran el poder de expulsar a los demonios.
Constituyó entonces a los doce: a Simón, al cual le impuso el nombre de Pedro; después, a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, a quienes dio el nombre de Boanergues, es decir «hijos del trueno»; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeó, Tadeo, Simón el Cananeo y a Judas Iscariote, que después lo traicionó.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy Cristo llama a sus apóstoles por su nombre para que lleven el Evangelio. Las veces en que más me renuevo en el amor por mi vocación es cuando recuerdo que Cristo me llama por mi nombre. Podemos recordar que, en un momento especifico de la vida, Jesús nos llamó, pero este llamado sigue hoy en el momento presente. Este llamado se hace vivo porque Cristo nos sigue llamando hoy por nuestro propio nombre. Él sabe que, al pronunciar nuestro nombre, está llamando a su apóstol, con sus virtudes, cualidades, personalidad e incluso con defectos. Sabiendo todo esto, Cristo sigue pronunciando nuestro nombre, día a día, porque su misericordia es eterna; y del mismo modo conoce cuántas almas se pueden acercar a Él por medio de nuestra entrega. Quizá nosotros no sabemos cuánto estamos haciendo por el Rey, pero estamos seguros de que su Reino se está extendiendo porque ha empezado a surgir en nuestro corazón de apóstoles.
«También hoy el mundo necesita ver en los discípulos del Señor, profetas, es decir, personas valientes y perseverantes en responder a la vocación cristiana. Gente que sigue el “empuje” del Espíritu Santo, que los envía a anunciar esperanza y salvación a los pobres y excluidos; personas que siguen la lógica de la fe y no de la milagrería; personas dedicadas al servicio de todos, sin privilegios ni exclusiones. En resumen: las personas que están abiertas a aceptar en sí mismas la voluntad del Padre y se comprometen a testimoniarla fielmente a los demás. Recemos a María Santísima, para que podamos crecer y caminar con el mismo celo apostólico por el Reino de Dios que animó la misión de Jesús.»
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de febrero de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Recordaré, en una visita a Cristo Eucaristía, mi primer llamado a ser su apóstol.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.