Viernes 24 de junio de 2022 – Sagrado Corazón – «La fe y la oveja perdida».
Juan Pablo García Hincapié, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor dame la gracia de poder estar atento a tu voz en este día. Que al escucharte a ti conozca los anhelos más fuertes de mi corazón. Renueva mi fe para que sea tu amor lo que me renueve interiormente. Haz mi corazón semejante al tuyo para poder escogerte siempre y dejarme guiar por ti, que eres mi Buen Pastor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 15, 3-7
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos y escribas esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: ‘¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido’. Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La fe no sólo nos deja ver el aquí y el ahora, sino que hace que nuestro corazón se abra a ver más allá. La imagen de la oveja perdida puede ayudar mucho. Por bajar cada vez más y más al aprisco no se da cuenta que va a haber un límite. Todo lo que era seguridad para la oveja era tan solo un punto fijo el cual al moverse se derrumba en instantes. Es como la causa por la cual comenzamos a caer aceleradamente. Una vida sin fe es como la oveja que comienza a caer en picada porque aquello que ella creía como su felicidad se agrieta y la hace resbalar. Cuando creemos que la alegría y la felicidad lo son todo en la vida solo tenemos que recordar que, buscando solo la felicidad por la felicidad, puede suceder que caigamos por el barranco en el instante en que dicha felicidad se acabe. Pero la historia suena trágica si se cuenta sólo la caída de la oveja y no como la oveja es rescatada. Posiblemente la oveja está justo en aquel desfiladero porque quiso buscar su propia felicidad y no midió bien el lugar en el que estaba. Pero sabemos que, a pesar de todo, la oveja perdida fue rescatada por su pastor. Puede ser que estuviese perdida, pero detrás de ella siempre hubo un buen pastor que salió a buscarla.
Muchas veces vamos así por la vida, conocimos al Buen Pastor, pero preferimos buscar nuestra felicidad en otros pastos. En la vida hay muchos, y hay muchas cosas que quisiéramos que nos llenen, pero hay unas que nos acercan más a Dios y hay otras que nos alejan cada vez más y más hasta el punto de que nos olvidamos de que nos debemos guiar por el Buen Pastor. Cuando de verdad nos dejamos guiar por el Buen Pastor sabemos que nos está guiando al lugar que realmente nos llena de felicidad plena. El Buen Pastor sabe por dónde nos debe guiar y donde nos guie encontraremos lo que más anhelamos, que es estar con Él por siempre.
«Este amor, esta fidelidad del Señor manifiesta la humildad de su corazón: Jesús no vino a conquistar a los hombres como los reyes y los poderosos de este mundo, sino que vino a ofrecer amor con mansedumbre y humildad. Así se definió a sí mismo: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11, 29). Y el sentido de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, que celebramos hoy, es que descubramos cada vez más y nos envuelva la fidelidad humilde y la mansedumbre del amor de Cristo, revelación de la misericordia del Padre. Podemos experimentar y gustar la ternura de este amor en cada estación de la vida: en el tiempo de la alegría y en el de la tristeza, en el tiempo de la salud y en el de la enfermedad y la dificultad». (S.S. Francisco, Homilía del 27 de junio de 2022).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor pon en mi corazón lo que Tu anhelas de mí y dame la fuerza para cumplirlo como Tú lo deseas.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Repetir durante el día esta frase: «Señor aumenta mi fe».
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.