Viernes 25 de enero de 2019 – Los límites de la fe.
Conversión de san Pablo, apóstol
H. Pablo Alonso Méndez Méndez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús: Así como tumbaste a san Pablo del caballo de su egoísmo y de rencor, así te pido yo que me permitas caer para desprenderme de todo lo que me aleja de Ti. Que en este momento de oración pueda yo conocerte un poquito más, pero que, sobre todo, te permita entrar en mi corazón, pues eres Tú el único que puede transformarlo y convertirlo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Es en este tipo de pasajes evangélicos cuando se coloca a prueba nuestra fe, porque nos damos cuenta de que ésta no debería tener límites…
¿Cuáles son esos límites que yo le coloco a mi propia fe? ¿Es que se me hace muy difícil creer en el don de expulsar demonios, en la «disque» capacidad de hablar en lenguas o la de agarrar serpientes con mis propias manos? ¿Me parece que nunca se me podría conceder la gracia de sanar a un enfermo, en el nombre de Jesús? O bueno… puede también haber límites en cuestiones mucho más cotidianas: ¿Huyo de la oración, porque pienso que Dios no me escucha? ¿Siento respeto humano a la hora de testimoniar mi cristiandad? Esa convicción de tener un Padre eterno que me ama…, ¿está resquebrajada por todas las dudas que el demonio y el mundo han sembrado en mi corazón?
Solo en la intimidad con Dios podremos hallar luz para afrontar estas cuestiones con verdad. Si le damos a Él algunos momentos, éstos serán suficientes para que nuestra fe sea llevada más allá de los límites, llegando a la promesa final: El que crea y se bautice se salvará.
«“Id por todo el mundo y proclamad la Buena Noticia”. El mandato misionero no conoce fronteras ni culturas, pues todo el mundo es tierra de misión. Aunque esto es un poco desordenado, pero el asunto es ir, después será el orden, más adelante. Pero la vida del misionero siempre es desordenada. Solamente tiene una seguridad de orden: la oración. Y con la oración va adelante. Queridos hermanos: Si están anclados en la Palabra de Dios, enraizados en ella, si la asumen como fundamento de sus vidas y dejan que la Palabra arda en sus corazones; esta Palabra los irá transformando y hará de cada uno de ustedes un verdadero misionero. Vivan y déjense santificar por la Palabra de Dios, y vivirán para ella.»
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de junio de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer una visita al Santísimo para pedir la gracia de tener el amor y celo apostólico de san Pablo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.