Viernes 25 de octubre de 2019 – El don personal y la reconciliación.
San Antonio María Claret, obispo
H. Pablo Méndez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Ayúdame, Señor, a redescubrir mis propios talentos como dones tuyos para darme cuenta de que todo es don tuyo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “Cuando ustedes ven que una nube se va levantando por el poniente, enseguida dicen que va a llover, y en efecto, llueve. Cuando el viento sopla del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Si saben interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente? ¿Por qué, pues, no juzgan por ustedes mismos lo que les conviene hacer ahora?
Cuando vayas con tu adversario a presentarte ante la autoridad, haz todo lo posible por llegar a un acuerdo con él en el camino, para que no te lleve ante el juez, el juez te entregue a la policía, y la policía te meta en la cárcel. Yo te aseguro que no saldrás de ahí hasta que pagues el último centavo”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cristo nos hace la invitación a que usemos los dones que tenemos para hacer el bien porque no son para usarlos sólo cuando nos conviene, aunque nos cueste, debemos usarlos para el servicio de otros. Esto nos ayuda a aprender a centrar nuestra vida en otras personas, más que en nosotros mismos, y reconocer que estamos hechos para darnos. Un peligro que podemos tener con respecto de nuestros talentos es que los utilicemos para que otros nos vean y nos den su aprobación o para impresionar a la gente, porque la razón detrás de esto es el egoísmo que, en pocas palabras, podríamos definir en centrar todo en nosotros.
Dios, que nos ha colmado con los talentos que tenemos, nos ayuda a descubrir la belleza del servicio porque Él no los ha dado primero, o sea, ha tenido la iniciativa y nosotros debemos imitar lo que ha hecho: dar y donarse.
La reconciliación es importante porque una vida en la que no perdonamos es una vida que se muestra amarga, nos deja con un peso que sentimos que nos arrastra y no nos deja en paz. Claramente hay situaciones en las que el perdón y la reconciliación con algunas personas es más difícil, y ahí es donde Dios nos puede ayudar. Pidámosle la gracia de saber perdonar de corazón y que nos liberemos de los pesos que nos puedan estar acongojando.
«El Pueblo de Dios, movido por la fe, por la cual cree que es guiado por el Espíritu del Señor, que llena el orbe de la tierra, procura discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos que comparte con sus contemporáneos, cuáles son los signos verdaderos de la presencia o del designio de Dios. Pues la fe ilumina todo con una luz nueva y manifiesta el plan divino sobre la vocación integral del hombre, y por ello dirige la mente hacia soluciones plenamente humanas.»
(S.S. Francisco, discurso del 21 de diciembre de 2017, referencia bibliográfica n. 15).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ir a una iglesia o capilla y pedirle a Dios nuestro Señor que me dé la gracia de saber pedir perdón.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.