Viernes 26 de marzo de 2021 – Descubrir la acción de Dios.
H. Vicente Toledo, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, vengo a Ti en este día; muchas cosas me preocupan, tienen mi atención, pero en este momento quiero estar solo contigo y desconectarme de todo. Estamos en el desierto, estoy junto a Ti en este camino de preparación; configura mi corazón con el tuyo para poder sentir lo que Tú sientes y así ser uno contigo, que es lo que más anhelo en mi vida. Me abandono por completo a Ti y a la Virgen María para que sean ustedes los que actúen en mí durante esta meditación y durante toda mi jornada.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 31-42
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: “He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?”.
Le contestaron los judíos: “No te queremos apedrear por ninguna obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un hombre, pretendes ser Dios”. Jesús les replicó: “¿No está escrito en su ley: Yo les he dicho: Ustedes son dioses? Ahora bien, si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque he dicho: ‘Soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre”. Trataron entonces de apoderarse de él, pero se les escapó de las manos.
Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: “Juan no hizo ningun signo; pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad”. Y muchos creyeron en él allí.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El tiempo de preparación va llegando a su final, estamos ya a punto de iniciar la Semana Santa y nos podemos preguntar: ¿cómo ha sido mi Cuaresma?, ¿cómo he vivido cada día de este periodo caminando con Jesús en el desierto?, ¿he buscado en cada momento encontrarme con Él?, ¿qué he hecho para que mi día ordinario se asemeje al tiempo de Jesús en el desierto?, ¿estoy preparado para entrar con Jesús en Jerusalén?, ¿estoy listo para acompañar a Jesús en su pasión y muerte?, ¿creo que Jesús hizo todo esto por mí?
El Evangelio está dirigido a los judíos de aquel tiempo, pero, al mismo tiempo, es Palabra viva, actual, nos habla hoy a cada uno de nosotros. Puede ser que lleguemos al final de esta Cuaresma y no hayamos pensado ni un momento en todo lo que Jesús está por vivir, y cómo todo lo hace por amor. Muchas personas, que vivían en esa época, no creyeron en lo que Jesús hacía, dudaban de Él, de sus obras; como quizás alguno de nosotros puede pensar que Dios no obra en nuestras vidas, que cuando algo sale mal es porque Jesús nos abandona.
Cada una de las obras de Jesús expresan su amor infinito a la voluntad del Padre, son configuración con el Padre. Pero depende de cada uno de nosotros contemplar estas obras desde la perspectiva del amor, que requiere tener el corazón abierto de par en par para recibir a Jesús, pues Él solamente habita en nosotros si nosotros lo dejamos entrar. Dios nos habla a través de cada momento de nuestra vida. En cada obra, en cada situación que nos encontremos está Dios, sea buena o sea mala, pero está en nosotros la actitud con la que la afrontamos. Puede ser que nos encontremos con los lentes de sol o en un camino nublado, y no veamos claramente la acción de Dios. Que en estos días que quedan de Cuaresma, en esta Semana Santa, en esta Pascua, durante toda nuestra vida, busquemos y pidamos a Dios la gracia de estar atento a sus obras, de poder distinguir su actuar en cada instante de nuestra vida.
«Y Dios dijo a su pueblo, como una gran promesa, que le quitaría su corazón de piedra y le daría un corazón de carne. Agrandar el corazón de carne: esto es amar. Con fidelidad y modestia. El sentido de modestia se refiere a una conciencia vigilante que defiende la dignidad de la persona y el amor auténtico, precisamente para no trivializar el lenguaje corporal. La fidelidad, junto con el respeto por el otro, es una dimensión esencial de toda relación de amor verdadera, ya que no se puede jugar con los sentimientos. Pero amar no es solo una expresión del vínculo afectivo de una pareja o una amistad fuerte, hermosa y fraterna. Una forma concreta de amor también está dada por el compromiso de solidaridad con los demás, especialmente con los más pobres.»
(Encuentro con jóvenes de S.S. Francisco, 13 de abril de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Al final del día, tendré un momento de silencio total para preguntarme cómo ha actuado Dios en mí y reconoceré las obras que ha hecho.
Señor quiero reconocer las obras que haces cada día en mí, pero eso no lo puedo hacer con todo el ruido y distracciones que el mundo me presenta, te propongo tener al final de cada día de esta semana un momento en silencio total
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.