Viernes 30 de septiembre de 2022 – «Confiar y no temer para ser un buen discípulo»
Iván Yoed González Aréchiga, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, tu ejemplo me atrae, me apasiona. Quiero conocerte, tener contacto contigo, renovar mi corazón en ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo: “¡Ay de ti, ciudad de Corozaín! ¡Ay de ti, ciudad de Betsaida! Porque si en las ciudades de Tiro y de Sidón se hubieran realizado los prodigios que se han hecho en ustedes, hace mucho tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Por eso el día del juicio será menos severo para Tiro y Sidón que para ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo”. Luego, Jesús dijo a sus discípulos: “El que los escucha a ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza a ustedes, a mí me rechaza y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
A veces me parece tener miedo de ser cristiano, de ser sofocado por las opiniones de los demás y siento que me uno al caminar común que marca el mundo. En medio de tantos obstáculos me bastaría detenerme a escucharte hablar para renovarme. Como el jugador agotado hasta el desmayo se vuelve a poner de pie al escuchar la voz de su entrenador, así el cristiano que se siente consumido, se vuelve a levantar al escucharte, Señor.
Tus palabras me sostienen y puedo confiar en ti. Tú me has enviado: nada menos que Dios mismo. Tantas veces me cuesta pensar que quien me escucha te escucha a ti, y sin embargo es así. Cuando busco dar testimonio con mi vida, con mi modo de hablar, con mi modo de acoger a los demás, con mi modo de trabajar, de utilizar mis bienes, dinero, tiempo. Cuando busco bendecir más que maldecir, hablar bien más que hablar mal, sonreír más que mirar hacia el suelo. Cuando busco actuar como actuarías Tú, entonces puedo confiar en que te doy a ti.
Si buscándote imitar alguien escucha mis palabras, entonces te escucha a ti. Y si buscándote imitar alguien contempla mis obras, entonces te ve a ti. Que no tenga miedo, ni desconfíe, sino que acoja tus palabras con mi vida. Muchos te podrán conocer y podrán alcanzar la verdadera y única felicidad en ti.
Acompáñame Señor.
«La vocación es siempre una acción de Dios que nos hace salir de nuestra situación inicial, nos libra de toda forma de esclavitud, nos saca de la rutina y la indiferencia y nos proyecta hacia la alegría de la comunión con Dios y con los hermanos. Responder a la llamada de Dios, por tanto, es dejar que él nos haga salir de nuestra falsa estabilidad para ponernos en camino hacia Jesucristo, principio y fin de nuestra vida y de nuestra felicidad».
(Homilía de S.S. Francisco, 26 de abril de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Señor, si puedo tener un apostolado y no lo tengo, te prometo buscar uno. Si lo tengo, voy a dedicarme mejor a él, con un propósito concreto.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.