Viernes 31 de marzo de 2023 – «De la incredulidad a la fe redentora»
Angélica Roa, CRC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, hoy quiero simplemente acompañarte. Quisiera evitarte tanto sufrimiento, pero sólo puedo estar a tu lado. Aunque sea muy poco lo que puedo ofrecerte, quiero consolarte con mi amor y mi compañía. Dame la fe y la fuerza que necesito para estar a tu lado.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 31-42
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?». Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios». Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: ‘Yo os digo: Sois dioses’? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre». Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad». Y muchos creyeron en él allí.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Ya se acercan los días más duros de tu vida aquí en la tierra, aquellos que culminarán en la consumación de tu misión redentora, del sentido de tu vida entre nosotros. Días en que tus enemigos se ponen cada vez más agresivos y se cierran ante la salvación que les ofreces. Días en que nos pides que nos abramos a la fe que nos salva.
No puedo cambiar el plan de tu Padre, pero, al menos, quiero estar a tu lado. Quiero abrirme para comprender tus palabras, tus acciones, tu amor por nosotros tan grande, que te lleva a entregarte totalmente por nuestra salvación.
Ven, Señor, ven a mi corazón. Ahí encontrarás un momento de paz, antes de continuar tu camino hacia la cruz. Que mi fe y mi amor te consuelen, al menos un poco. Pero te pido que me fortalezcas con tu amor y tu gracia, para poder vivir fielmente en tu seguimiento y acoger en mi alma el fruto de tu redención. Sin tu gracia no podría permanecer aquí.
No puedo dejar de interceder por aquellos que se cierran ante tu Palabra redentora y tu gracia. Como Tú mismo me enseñaste, movido por tu amor y tu gracia, te pido: “Perdónalos porque no saben lo que hacen…”.
«La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin embargo, sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres». (S.S. Francisco, Mensaje para la Cuaresma 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Disponerme a vivir la Semana Santa muy cerca del Corazón de Cristo, definiendo los medios (concretos) que voy a poner para vivirla con Él.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.