Viernes 6 de julio de 2018 – Un camino que se vive en el presente.
H. Adrián Olvera, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ayúdame a recordar y nunca olvidar…, a vivir en el presente.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”. Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El recuerdo de la primera vez que nos encontramos con Cristo es un regalo que nos hace ver la propia vida a la luz de un antes y un después. Recordamos el momento, la hora y el lugar y, sin darnos cuenta, nuestra vida cambió: nos levantamos y le seguimos.
Y aquí nos encontramos hoy, siguiendo al Señor, siguiendo a Cristo que un día nos llamó. Cada uno con sus dificultades, con sus problemas…, cada uno con su vida.
Sabemos que nos hemos encontrado con Dios; un Dios que nos ha sanado; un Dios que nos ha perdonado y eso es lo que predicamos a los demás. No una historia sino un encuentro personal.
Sin embargo, a veces el seguir a Cristo es cansado, parecería ser rutinario. Aquel momento en el que nos encontramos con Él parecería haber quedado en el pasado…, ¿por qué pasa esto?
A veces podemos empezar a predicar el amor de Dios como algo que solamente se conjuga en el pasado: Dios me amó; Dios me sanó, Dios me perdonó. Y esto es verdad. Sin embargo, se nos olvida reconocer que seguimos estando enfermos, que seguimos estando necesitados de su amor y su perdón.
El seguimiento de Cristo comienza con un momento, un lugar, una hora…Sin embargo, es un camino que dura toda la vida, un camino que se vive en el presente.
«Cuando leo esto me siento llamado por Jesús, y todos podemos decir lo mismo: Jesús ha venido por mí. Cada uno de nosotros. Este es nuestro consuelo y nuestra confianza: él siempre perdona, cura el alma siempre, siempre. “Pero yo soy débil, voy a tener una recaída…”, Jesús te levantará, te curará siempre. Este es nuestro consuelo, Jesús vino por mí, para darme fuerzas, para hacerme feliz, para que tuviera la conciencia tranquila. No tengáis miedo. En los malos momentos, cuando uno siente el peso de tantas cosas que hicimos, de tantos resbalones en la vida, tantas cosas, y se siente el peso… Jesús me ama porque soy así.»
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de julio de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicar un tiempo a lo largo del día para recordar, y dar gracias, por los dones que Dios me ha dado a lo largo de mi vida, desde el primer momento que me encontré con Él.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.