Viernes 9 de noviembre de 2018 – ¿Cuántos mercaderes y ruido hay en nuestro templo?
Dedicación de la Basílica de Letrán
H. Jesús Alberto Salazar Brenes, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Inúndame, Señor, en tu amor para que pueda vivir en la santidad a la que Tú me invitas y poder ser templo de tu presencia en el mundo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 2, 13-22
Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi padre».
En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora.
Después intervinieron los judíos para preguntarle: «¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?». Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré». Replicaron los judíos: «Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y Tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En algunos lugares es frecuente observar que, antes de iniciar la Eucaristía, el templo parece un mercado por tanto ruido e inclusive se ha perdido la noción de que nos encontramos en un lugar sagrado, en el lugar donde Jesús se encuentra en cuerpo, sangre, alma y divinidad. Esto ya hasta nos parece normal en muchas ocasiones.
Algo similar le sucedió a Jesús, con la salvedad de que el mercado ahora sí era real. Es el único pasaje del Evangelio donde vemos a Jesús violento, enojado, indignado porque la casa del Padre es, aunque no lo veamos, la presencia más cercana del cielo en la tierra.
La enseñanza que el Señor nos quiere transmitir con este gesto es más profunda aún; el templo es nuestro cuerpo y somos sagrados por ser hechos a su imagen y semejanza. ¿Has pensado alguna vez que cuando recibes la eucaristía no sólo eres templo, sino que eres sagrario? Tienes a Dios físicamente en ti como lo tuvo la Santísima Virgen durante 9 meses en su vientre. En ese momento, el trono de Dios, el cielo, está en tu corazón. ¿Cuántos mercaderes y ruido hay en nuestro templo? Pidámosle al Señor que también expulse de nosotros los hábitos de pecado, nuestros vicios y todo aquello que no nos permite acogerle como Él merece.
Finalmente, hoy la Iglesia celebra la dedicación de la Basílica de Letrán, catedral donde el Papa es obispo de Roma e imagen terrena de la realidad espiritual que hoy hemos meditado.
«La actual página evangélica, nos exhorta a vivir nuestra vida no en la búsqueda de nuestras ventajas e intereses, sino por la gloria de Dios que es el amor. Somos llamados a tener siempre presentes esas palabras fuertes de Jesús: “No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado”. Es muy feo cuando la Iglesia se desliza hacia esta actitud de hacer de la casa de Dios un mercado. Estas palabras nos ayudan a rechazar el peligro de hacer también de nuestra alma, que es la casa de Dios, un lugar de mercado que viva en la continua búsqueda de nuestro interés en vez de en el amor generoso y solidario. […] Es común, de hecho, la tentación de aprovechar las buenas actividades, a veces necesarias, para cultivar intereses privados, o incluso ilícitos. Es un peligro grave, especialmente cuando instrumentaliza a Dios mismo y el culto que se le debe a Él, o el servicio al hombre, su imagen.»
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de marzo de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Oraré por el Papa y sus intenciones, para que toda la Iglesia sea cada día más santa.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.