Regnum Christi Internacional

Miércoles 2 de junio de 2021 – En el cielo y la tierra

esencial

H. Octavio Ortiz, L.C.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, te pido la gracia de conocer más sobre tu Palabra para que la pueda aplicar en mi vida. Te pido también por todos los matrimonios que no pueden tener hijos para que se sientan fortalecidos en sus momentos de dificultad.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 12, 18-27

En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús algunos de los saduceos, los cuales afirman que los muertos no resucitan, y le dijeron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre muere dejando a su viuda sin hijos, que la tome por mujer el hermano del que murió para darle descendencia a su hermano. Había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo se casó con la viuda y murió también, sin dejar hijos; lo mismo el tercero. Los siete se casaron con ella y ninguno de ellos dejó descendencia. Por último, después de todos, murió también la mujer. El día de la resurrección, cuando resuciten de entre los muertos, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque fue mujer de los siete”.

Jesús les contestó: “Están en un error, porque no entienden las Escrituras ni el poder de Dios. Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni los hombres tendrán mujer ni las mujeres marido, sino que serán como los ángeles del cielo. Y en cuanto al hecho de que los muertos resucitan, ¿acaso no han leído en el libro de Moisés aquel pasaje de la zarza, en que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Están, pues, muy equivocados”.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cuán importante era la familia para los judíos porque no querían que la descendencia familiar se perdiera. Esto tiene una razón más profunda que es el hecho de que la familia se convierte en testigo de las maravillas del Señor y puede contar así, de generación en generación, lo que Dios ha obrado en sus vidas. Pero si no hay vidas, no habrá historias en las que los protagonistas seamos nosotros y Dios.

A veces hay gente que se cuestiona sobre Dios y la Iglesia por cosas que no pueden entender o que piensan que son ilógicas. Me vienen a la mente el hecho de que los sacerdotes no se casen o que las mujeres no puedan ser sacerdotes, de este tipo de problemáticas hay una gran cantidad. Por lo menos a esta primera pregunta creo que el Evangelio nos puede ayudar a responder porque nos muestra que tenemos un destino que va más allá del matrimonio, aunque esta actitud no nos debe llevar a denigrar el matrimonio y de hecho es algo que todos cuidamos, empezando por Dios mismo.

Seremos como ángeles que aman a Dios y no les importa nada más, este estado del que habla el Evangelio es algo increíble porque será el momento en el que Dios nos llenará totalmente, ya no nos faltará nada. Es un gran misterio porque Dios será nuestra media naranja en todos los sentidos y nos dará un amor que no se acaba porque es eterno y fiel.

Tener la mente en los bienes del cielo nos ayuda en nuestra realidad actual porque nos hace tener los ojos en lo alto, sin dejar de pisar en la tierra, y contar las maravillas que el Señor ha hecho en nuestra vida y en la de la gente que nos rodea.

«Jesús invita, en primer lugar, a sus interlocutores ―y a nosotros también― a pensar que esta dimensión terrenal en la que vivimos ahora no es la única dimensión, sino que hay otra, ya no sujeta a la muerte, en la que se manifestará plenamente que somos hijos de Dios. Es un gran consuelo y esperanza escuchar estas palabras sencillas y claras de Jesús sobre la vida más allá de la muerte; las necesitamos sobre todo en nuestro tiempo, tan rico en conocimientos sobre el universo, pero tan pobre en sabiduría sobre la vida eterna.»

(Ángelus de S.S. Francisco, 10 de noviembre de 2019).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Rezar, por un mes, una avemaría por la persona que más quieres.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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