Regnum Christi Internacional

Sábado 16 de julio de 2022 – «Obro porque te amo»

Erick Flores, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Buen día Señor, me dispongo para escuchar tu Palabra para que alimente mi vida. Confío en tu Palabra, espero que crezca y fructifique en mi día. Me encomiendo a María para que me proteja y guíe en la oración.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 12,14-21

En aquel tiempo, los fariseos, al salir, planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos le siguieron. El los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: “Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pabilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho; en su nombre esperarán las naciones”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Dios actúa en el silencio, en lo oculto y no hace mucho ruido. Por un lado, podemos hablar de la necesidad de ser reconocidos por los demás. Por el otro, vemos la humanidad de Cristo que busca la modestia. No hay una contradicción entre el ser reconocido y el buscar vivir en lo escondido. Cristo necesita el reconocimiento del otro. Cristo ya vive el reconocimiento del Otro. Es el Padre que reconoce a Cristo como su hijo. Es vivir la alegría de saber que su nombre está escrito en el Cielo y que todo lo del Padre es de Él. Por eso, Cristo no necesita estar recibiendo premios para hacer las cosas. Cristo se siente tan lleno, tan pleno que no busca la fama.

El Señor, en el fondo, nos demuestra que obra por amor a cada uno de nosotros. De alguna manera nos dice: “Mira, lo que hago no es para ser más grande, ni por orgullo, ni por demostrarles a otros mi poder. Lo que me importa eres tú y lo que hago es por ti. Obro en tu vida porque me importa que estés bien, no busco nada a cambio”.

Pidamos a María, Virgen del Carmen, que nos dé un corazón que busque vivir más unido a Dios. También, pidamos que nos envíe a su hijo para que nos sane y sea nuestra alegría.

«El buen ladrón nos recuerda nuestra verdadera condición frente a Dios: que nosotros somos sus hijos, que Él siente compasión por nosotros, que Él se derrumba cada vez que le manifestamos la nostalgia de su amor. En las habitaciones de tantos hospitales o en las celdas de las prisiones este milagro se repite innumerables veces: no existe una persona, por mal que haya vivido, a la cual le quede sólo la desesperación y le sea prohibida la gracia». (S.S. Francisco, Catequesis del 25 de octubre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

El día de hoy ofreceré mi trabajo por las personas que viven en pecado mortal.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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